“Ser rentables haciendo el bien ya no es una utopía, sino una realidad que transforma el mundo”. Con esta poderosa convicción, las Empresas B en Chile avanzan firmes, mostrando que es posible crear negocios exitosos que aporten bienestar social, cuiden el medioambiente y generen impacto económico positivo.
En los últimos años, el movimiento B ha crecido significativamente en nuestro país, reuniendo a empresas de sectores tan diversos como la educación, agricultura, tecnología, turismo, finanzas y energía. Diario Sustentable en colaboración con Compañías CIC conversó con líderes empresariales de organizaciones certificadas como Empresas B, quienes compartieron cómo están llevando a la práctica este modelo, enfrentando desafíos y aprovechando oportunidades únicas para mejorar el mundo a través de los negocios.
Las historias recopiladas reflejan claramente un mensaje común: integrar el triple impacto económico, social y ambiental es una estrategia que no solo beneficia al planeta, sino que también fortalece la competitividad y el compromiso de empleados, clientes y comunidades.
Compañías CIC, liderando la transformación de la industria del descanso

Alberto Prado García, de Compañías CIC, afirma que ser Empresa B significa ser parte de una nueva generación de empresas comprometidas con modelos de negocio más sostenibles y con impacto social y ambiental positivo. Como el único fabricante de colchones con certificación B en Chile, CIC impulsa la transformación de la industria del descanso mediante innovación, producción limpia, economía circular y responsabilidad en su cadena de suministro. Este enfoque está alineado con su propósito de inspirar a las personas a vivir mejor, ofreciendo productos duraderos y de calidad que acompañen cada etapa de la vida. Prado destaca que el gran desafío a futuro es avanzar junto a toda su cadena de suministro, promoviendo mayor impacto positivo a través de políticas, evaluaciones de sostenibilidad y programas de sensibilización, medición de huella de carbono y capacitaciones en impacto ambiental.
Bioparque Buinzoo, compromiso está en transformar visitantes en aliados activos por la conservación.

Ignacio Idalsoaga, fundador del Bioparque Buinzoo, destaca que su misión es conservar la naturaleza, dejar un mundo mejor y ofrecer experiencias memorables que impulsen cambios positivos en la conducta de sus visitantes, convirtiéndolos en aliados activos de la conservación. Buinzoo fue pionero global al ser el primer zoológico certificado como Empresa B, un logro que, según Idalsoaga, reafirmó un compromiso que ya practicaban diariamente: “Siempre nos sentimos B, incluso antes de serlo oficialmente”.
Para Idalsoaga, el desafío esencial para las Empresas B radica en trascender el marketing verde y convertir el propósito en acciones concretas y medibles. Por esta razón, en Buinzoo impulsan la capacitación continua de todo su equipo, asegurando que la filosofía B se viva auténticamente en cada área del parque, mucho más allá de las palabras y las declaraciones corporativas.
Riego Chile, la certificación B ha fortalecido la gestión ambiental y social
Francisca Araya, de Riego Chile Ltda., empresa dedicada al diseño e instalación de sistemas de riego tecnificado y construcción de plantas fotovoltaicas, resalta que la certificación como Empresa B les ha facilitado adaptarse a innovadores sistemas de gestión con impactos positivos tanto ambientales como sociales. “Ser una empresa B nos ha posicionado como referentes en riego y agricultura sostenible”, sostiene. Aunque la empresa ya aplicaba políticas inclusivas y sustentables, la certificación les permitió enfatizar estos aspectos y lograr avances significativos en corto plazo. Araya añade que pertenecer al ecosistema B ha robustecido su modelo de negocio, propiciando alianzas estratégicas con organizaciones afines y optimizando cada etapa de sus proyectos. Según ella, el desafío clave es mantener el compromiso y motivación para seguir siendo una empresa que evoluciona y aporta al planeta.
Inmobiliaria DEISA, integra la sostenibilidad en proyectos inmobiliarios

Consuelo González, de Inmobiliaria DEISA, destaca que ser Empresa B representa un compromiso profundo con la sostenibilidad, la responsabilidad social y la creación de valor más allá de lo económico. Bajo el concepto “Hacemos Ciudad”, DEISA impulsa proyectos inmobiliarios que contribuyen al entorno urbano con altos estándares de calidad, diseño y arquitectura. La certificación ha fortalecido su cultura organizacional, integrando valores como la ética, la transparencia y la innovación sostenible, e incorporando criterios de sostenibilidad en el diseño, uso de materiales y calidad de vida. González señala que el mayor desafío es equilibrar rentabilidad e impacto positivo, por lo que han hecho de la sostenibilidad un eje estratégico, impulsando formación interna, medición de impacto y una comunicación abierta con sus grupos de interés.
GrowBetter, transforma la comunicación empresarial hacia una sostenibilidad auténtica y medible.
Sergio Fuentealba, fundador de GrowBetter, destaca que ser Empresa B ha reforzado su compromiso con la sostenibilidad, transformando el marketing en una herramienta para el bien común. La certificación impulsó una cultura organizacional centrada en prácticas regenerativas, medición de impacto y reducción de la huella de carbono digital. Fuentealba advierte que uno de los principales desafíos del ecosistema B es equilibrar sostenibilidad y rentabilidad, por lo que apuestan por la educación y el activismo en marketing sostenible, mostrando que es posible generar impacto positivo y fortalecer la reputación empresarial al mismo tiempo.
Cervecería CODA, promueve experiencias conscientes y comunitarias desde el Valle de Casablanca.

Mauro Caimi, fundador de Cervecería CODA, afirma que ser Empresa B implica elaborar cerveza con propósito, poniendo en el centro a las personas, la comunidad y el entorno. La certificación ha guiado su negocio hacia prácticas responsables, como el turismo sostenible y la conexión con lo artesanal. Frente al desafío de equilibrar propósito y sostenibilidad financiera, CODA ha optado por enfocarse en lo esencial: cuidar a su equipo, su comunidad y la calidad del producto, consolidando un modelo consciente y resiliente.
Azimuth Zer, desafía la percepción tradicional

Rafael Pérez, de Azimuth Zero, destaca que ser Empresa B es mucho más que una certificación: es un compromiso con una forma de hacer negocios que equilibra el éxito económico con el bienestar social y ambiental. Esta visión guía cada decisión de la empresa, impulsándolos a actuar con responsabilidad y a ser parte activa de un futuro más sostenible. Para Pérez, el gran desafío es visibilizar el verdadero valor del modelo B en un entorno donde aún es minoritario y muchas veces mal comprendido. “El reto es demostrar que rentabilidad y sostenibilidad no solo son compatibles, sino complementarias”, señala.
FinTerra, promueve pagos justos y oportunos para la estabilidad económica de las empresas

Joaquín Manterola Gana, fundador de FinTerra, afirma que ser Empresa B significa integrar la sostenibilidad en el corazón del negocio, facilitando financiamiento con impacto para pymes a lo largo de Chile. La certificación ha fortalecido su compromiso con un ecosistema financiero más justo, promoviendo pagos responsables y oportunos. Manterola advierte que el mayor desafío es mantener la sostenibilidad como eje estratégico en un entorno donde la tecnología y la gobernanza exigen respuestas rápidas, destacando que lejos de ser una barrera, la sostenibilidad es un valor que impulsa la resiliencia y la competitividad a largo plazo.
Botanitec, crea soluciones biotecnológicas que optimizan recursos naturales en agricultura

Daniela Vaisman, de Botanitec, subraya que la sostenibilidad es el corazón del propósito de la empresa: diseñar soluciones agrícolas responsables a partir de residuos y principios naturales. Con una tecnología basada en polifenoles que mejora cultivos y promueve la economía circular, la certificación como Empresa B ha sido clave para estructurar y comunicar su impacto. Aunque reconoce que en el modelo B2B es más difícil que las empresas valoren estos esfuerzos, Botanitec asume como misión demostrar que una industria más sostenible y rentable sí es posible. Este mes, además, culminan su evaluación de huella de carbono con Climate-KIC, estimando una reducción de más de 4.000 toneladas de CO₂ equivalente en un año.
Efeyer, posiciona la sostenibilidad como valor diferenciador

Nicolás Borlando, de Efeyer, destaca que ser Empresa B implica un compromiso profundo con la sostenibilidad y la mejora continua. La certificación ha fortalecido su cultura interna, fomentando decisiones basadas en el triple impacto y consolidando un entorno laboral justo y colaborativo. A nivel estratégico, les ha permitido diferenciarse en el mercado y posicionarse como referentes en arquitectura e ingeniería sostenible. Borlando reconoce que el principal desafío es equilibrar sostenibilidad y viabilidad económica, por lo que Efeyer ha apostado por optimizar procesos, medir su impacto y educar a sus clientes sobre los beneficios de construir con una mirada de largo plazo.
Cumplo, consolida una cultura organizacional basada en triple impacto.

Magdalena Winter, de Cumplo, señala que ser Empresa B no es solo una certificación, sino el eje que guía todo su modelo de negocio. El enfoque de triple impacto está presente desde la fijación de precios hasta la estructura gerencial. “La sostenibilidad influye en cada rincón de la organización”, afirma. Para mantener viva esta cultura, en Cumplo refuerzan el propósito a través de talleres internos, onboarding con foco B, comunicación constante y participación activa en el ecosistema, buscando que cada colaborador se convierta en embajador del compromiso sostenible.
Balloon Latam, aboga por políticas públicas que apoyen el emprendimiento social y la economía de impacto.

Sebastián Salinas, fundador de Balloon Latam, sostiene que el movimiento B ha sido clave para demostrar que es posible cambiar la forma de hacer empresa. Con un modelo enfocado en generar impacto positivo en comunidades rurales a través de servicios con propósito, Balloon Latam ha utilizado los procesos de certificación como herramientas de mejora continua y reflexión estratégica. Aunque valora el crecimiento del ecosistema B en Chile, Salinas enfatiza la urgencia de que más grandes empresas se sumen, y plantea la necesidad de una figura legal específica para empresas 100% sociales, lo que permitiría fortalecer la economía de impacto mediante políticas públicas y apoyo estatal.
Restaurante Espantapájaros, impulsa prácticas diarias que reflejan auténticamente el compromiso B.

Cornelia Prenzlau, fundadora del restaurante Espantapájaros, afirma que la certificación como Empresa B fue una forma de visibilizar un compromiso que siempre ha estado en su ADN. “Somos B sin saberlo, porque nacimos así”, comenta. La certificación les ha permitido poner en valor prácticas como el reciclaje, el apoyo a la comunidad y la elección consciente de proveedores. El mayor desafío, señala, es lograr que todo el equipo sienta y transmita genuinamente lo que significa ser Empresa B, por lo que el foco está en vivir el propósito a diario e involucrar a los colaboradores en decisiones que aporten a un mundo mejor.
Workmate, busca integrar el triple impacto en cada decisión operacional.

Lucía Martínez Caro, de Workmate, señala que la certificación como Empresa B les permitió formalizar un propósito que ya vivían: co-crear oportunidades sostenibles de crecimiento y bienestar. Con más de 600 colaboradores en la industria minera, uno de sus principales desafíos es integrar consistentemente la mirada de triple impacto en todos los niveles del negocio. Este año, están desarrollando un “índice de mirada de Triple Impacto” para evaluar sus contratos, asegurando que cada decisión considere criterios económicos, sociales y ambientales.
Cebra, destaca la importancia de comunicar claramente el valor agregado del triple impacto

Héctor Lascar, de Cebra, agencia de marketing y transformación digital, asegura que ser Empresa B no es solo un reconocimiento, sino una forma de operar donde la sostenibilidad es parte central de la estrategia. La certificación ha fortalecido su cultura organizacional y potenciado relaciones más conscientes con clientes y colaboradores. Lascar destaca que uno de los grandes desafíos del ecosistema B es lograr que los consumidores valoren este compromiso cuando precio y calidad son similares. Por ello, en Cebra integran el triple impacto en cada decisión, con políticas concretas y medibles que reflejan su compromiso con un desarrollo sostenible.
Dictuc, enfatiza una gestión rigurosa para lograr un impacto sostenible tangible.

Mariela Silva, de Dictuc S.A., filial de la Pontificia Universidad Católica de Chile, afirma que la certificación como Empresa B ha permitido visibilizar su compromiso con el triple impacto económico, social y ambiental. Con más de 87 años de trayectoria, un equipo de 240 profesionales y más de 100 consultores, Dictuc entrega soluciones de ingeniería con impacto positivo y sostenible. “Nuestro trabajo impacta” refleja una cultura guiada por la excelencia, la ética y la mejora continua. Han implementado un Modelo de Prevención del Delito y un Sistema de Gestión Ambiental bajo ISO 14.001, y actualmente desarrollan su Estrategia de Sostenibilidad, con miras a publicar su primer Reporte de Sostenibilidad en 2025. Para Silva, ser Empresa B no es una meta, sino el inicio de un camino hacia una acción empresarial con propósito real.
Todxs Somos Personas, impulsa la difusión del modelo B desde el trabajo colaborativo y la educación.

Camila Pastén Cruz, fundadora de Todxs Somos Personas, señala que ser Empresa B está en el centro de su modelo de negocio, guiando una forma de prestar servicios con foco en el bienestar, la productividad y el impacto positivo. Más que una certificación, representa una forma de relacionarse desde lo apreciativo y constructivo. Para Pastén, uno de los grandes desafíos es visibilizar el movimiento B y movilizar a más empresas a sumarse, razón por la que comparten activamente su experiencia en espacios de networking, impulsan alianzas con otras Empresas B y ofrecen becas en programas como Liderazgo con Propósito, convencidas de que la colaboración es clave para transformar los negocios.
Brandisplay, asume el desafío constante de medir y mejorar el impacto de sus soluciones.

Daniela Hevia, de Brandisplay, señala que ser una Empresa B certificada reafirma su compromiso con un modelo de negocio que equilibra propósito y rentabilidad. La certificación ha fortalecido su cultura interna, impulsando la innovación con materiales reciclables, la reducción de su huella ambiental y la mejora continua de procesos. Esta visión les ha permitido diferenciarse en el mercado y conectar con clientes que valoran la sostenibilidad. De cara a 2025, buscan no solo reducir, sino también compensar su huella, midiendo el impacto de cada producto. Para Hevia, el mayor desafío del ecosistema B es mantenerse al ritmo de estándares en constante evolución, un reto que asumen con entusiasmo y hechos concretos.
Unibag, integra una visión de economía circular en el corazón de su negocio

Adela Rogers, de Unibag, asegura que ser Empresa B implica poner la sostenibilidad en el centro del negocio como una forma de actuar, no solo como un objetivo. Desde el abastecimiento responsable hasta la reducción de la huella de carbono, cada decisión se toma con una mirada integral. Unibag fabrica bolsas reutilizables que reemplazan el plástico de un solo uso e impulsa sistemas de recuperación en supermercados y puntos limpios, iniciativa que pronto llegará a Ciudad de México. Para Rogers, el mayor desafío es que la sostenibilidad se vuelva parte del ADN colectivo. “Nuestro sueño es que algún día no tengamos que hablar de sostenibilidad porque será parte natural de cómo vivimos”, afirma.
Viñedos Emiliana, apuesta por una cultura interna co-responsable hacia la sostenibilidad.

Sebastián Tramón, de Viñedos Emiliana, destaca que ser una Empresa B conlleva una gran responsabilidad: mantener altos estándares de impacto social y ambiental como parte de una comunidad comprometida con el bienestar del planeta. Reconocidos por sus vinos orgánicos, en Emiliana asumen este compromiso con convicción, enfrentando el desafío de que todo el equipo interno comprenda y viva el propósito B. “El principal reto está en que cada persona entienda lo que significa ser una mejor empresa”, afirma Tramón, resaltando que la sostenibilidad debe integrarse en cada decisión y proceso como una tarea colectiva.
CARBON NEUTRAL+, lidera desde la innovación para promover la carbono neutralidad empresarial.
María Cecilia Suárez Calvo, de CARBON NEUTRAL+, afirma que ser una Empresa B representa un compromiso real con la sostenibilidad, integrando el impacto positivo en cada decisión. La empresa acompaña a organizaciones en su camino hacia la carbono neutralidad a través de una plataforma tecnológica que mide, reduce y compensa la huella de carbono de forma accesible. La certificación B ha reforzado su propósito y alineado su estrategia con la acción climática. Suárez destaca que el desafío está en demostrar que sostenibilidad y rentabilidad pueden potenciarse cuando el propósito guía el negocio, y apuesta por la innovación tecnológica como clave para acelerar la transición hacia un modelo regenerativo e imprescindible para el futuro.
Wenu Work, mantiene los principios fundacionales en un crecimiento responsable.
Daniel Waintrub, de Wenu Work, empresa dedicada al monitoreo y reportería de consumos energéticos, señala que desde su origen estuvieron guiados por valores que encontraron plenamente reflejados en el Sistema B. “Queríamos hacer negocios alineados con una economía colaborativa, poniendo en el centro a las personas y al planeta”, afirma. La certificación B no solo validó su propósito, sino que también les brindó una comunidad de empresas afines. Para Waintrub, el gran desafío está en mantener ese compromiso a medida que la empresa crece: sostener los principios fundacionales sin ceder ante la complejidad de escalar el negocio, asegurando que el impacto positivo siga siendo el motor de cada decisión.
DEGRAF, busca promover la valorización responsable de residuos.
Gabriela Pérez Ugarte, de DEGRAF, asegura que ser Empresa B es mucho más que un sello: es un compromiso con un modelo de negocio que genera impacto ambiental, social y económico positivo. Especializados en la gestión responsable de residuos electrónicos, DEGRAF impulsa soluciones como reciclaje, destrucción certificada de datos y valorización tecnológica, avanzando hacia una economía circular. La certificación B ha reforzado su propósito y su apuesta por la innovación sostenible y rentable. Pérez destaca que uno de los grandes desafíos del movimiento B es escalar el impacto y sumar más actores, rompiendo con la idea de que sostenibilidad y rentabilidad son incompatibles. “Estamos demostrando que no es así”, afirma, subrayando su participación en una alianza latinoamericana de reciclaje como ejemplo de colaboración transformadora.
Reuse, enfatiza la importancia de educar sobre sostenibilidad tecnológica.
Caterina Calvo, de Reuse, empresa dedicada a la venta de tecnología reacondicionada, señala que ser Empresa B implica un compromiso con altos estándares sociales, ambientales y de transparencia. Más que un sello, la certificación reafirma su propósito de ofrecer tecnología de calidad de forma ética y sostenible. Este enfoque ha transformado su cultura organizacional, fortaleciendo el sentido de misión compartida y el compromiso del equipo. A nivel de negocio, ha impulsado la innovación en procesos, priorizando la reducción de residuos y el uso eficiente de recursos. Ser parte del ecosistema B también les ha abierto nuevas oportunidades de colaboración. Uno de sus principales desafíos ha sido educar sobre sostenibilidad, tarea que han integrado como eje clave de su labor diaria.
ImplementaSur, lidera soluciones sistémicas frente al cambio climático con rigor estratégico.
Ignacio Rebolledo, de ImplementaSur, afirma que ser Empresa B es mucho más que una certificación: es una forma de operar que exige coherencia y reflexión constante para generar impacto ambiental, social y económico positivo. Con presencia en 25 países y más de 280 organizaciones acompañadas, la consultora ha fortalecido su planificación estratégica y gobernanza, alineando su gestión interna con los servicios que ofrece. Han adherido a The Climate Pledge, establecido metas basadas en Science-Based Targets y monitorean mensualmente su huella de carbono, hídrica y residuos. Rebolledo reconoce que el mayor desafío es equilibrar impacto y sostenibilidad financiera, por lo que apuestan por la colaboración y la transparencia como claves para enfrentar la crisis climática con soluciones sistémicas.
YES Publicidad, fortalece comunidades mediante publicidad sostenible.
Yael Schnitzer, de YES Publicidad, destaca que ser Empresa B es un orgullo arraigado en el ADN de la compañía, nacida hace más de 25 años en Puchuncaví con un modelo innovador que financia mobiliario urbano mediante publicidad. La certificación ha fortalecido su propósito de generar valor local, priorizando proveedores y equipos de la zona, desarrollando letreros verdes y promoviendo iniciativas como transporte gratuito en vacaciones. Para Schnitzer, el gran desafío es ir más allá del sello y aprovechar las ventajas competitivas del modelo B, tomando decisiones que consideren el bienestar del entorno, las comunidades y los colaboradores, apostando por una sostenibilidad basada en la eficiencia, la lealtad y el compromiso.
Hotel AWA, armoniza excelencia y sostenibilidad en la experiencia hotelera
Diana Polanco, de Hotel AWA, afirma que ser Empresa B es una declaración de principios y un compromiso constante con un modelo de turismo que equilibra excelencia en el servicio y respeto por el entorno, la cultura local y las comunidades. Desde su adhesión al movimiento en 2018 y certificación en 2020, han integrado la sostenibilidad en todas las áreas del hotel, fortaleciendo alianzas con proveedores locales, optimizando recursos y promoviendo experiencias de turismo responsable. La certificación ha sido clave para consolidar una cultura organizacional con propósito, donde todos los colaboradores participan activamente.
Uno de los principales desafíos de ser Empresa B es equilibrar impacto y viabilidad financiera, especialmente en el turismo de lujo, donde es clave ofrecer experiencias de alto nivel sin comprometer el entorno. Destaca también la importancia de educar y sensibilizar tanto al equipo como a los huéspedes, promoviendo una cultura sostenible desde el diseño arquitectónico eficiente hasta la gestión de residuos y la medición de impacto con indicadores claros. Para Polanco, ser Empresa B implica una evolución constante y colaboración activa con otros actores para impulsar un turismo consciente y regenerativo.
Iplacex, alinea el modelo educativo con la sostenibilidad y transparencia.
Rosario González Jiménez, de Iplacex, destaca que la certificación como Empresa B ha sido un reconocimiento al compromiso institucional con la transparencia, la equidad y la innovación, fortaleciendo su cultura organizacional y alineando sus valores con los intereses de todas las partes interesadas. Este sello ha impulsado una mirada ética en todas las áreas, promoviendo el bienestar de colaboradores, comunidades y el medioambiente, y consolidando un modelo educativo con propósito. Desde el negocio, la certificación motivó a replantear procesos y buscar impacto positivo más allá del valor económico. Uno de los grandes desafíos, señala González, es equilibrar rentabilidad e impacto en un contexto de altas exigencias académicas y de gestión. Ser parte del ecosistema B les ha permitido nutrirse de buenas prácticas y enriquecer su rol educativo desde múltiples dimensiones, contribuyendo activamente a un mundo más justo y sostenible.
Adapsys, cambios profundos desde datos y estudios públicos.
Sofía Munjin, de Adapsys, señala que ser Empresa B ha fortalecido su compromiso con generar impacto positivo en las organizaciones que acompañan, alineando su cultura interna con decisiones más conscientes y sostenibles. A través de estudios públicos, Adapsys también contribuye con datos clave para abordar problemáticas organizacionales y sociales, en línea con el propósito del movimiento B. Munjin reconoce que uno de los principales desafíos es equilibrar impacto y sostenibilidad financiera en contextos dominados por la visión de corto plazo. Para enfrentarlo, integran esta perspectiva en su trabajo diario y en los procesos de transformación que impulsan junto a otras organizaciones.
IMEKO, tecnología pionera para transformar residuos en productos sostenibles
Valery Rodríguez, de IMEKO, startup pionera en el reciclaje de colillas de cigarro, afirma que ser Empresa B significa formar parte de una comunidad que impulsa una nueva forma de hacer negocios con impacto ambiental positivo. Gracias a una tecnología única a nivel mundial, IMEKO recupera el plástico de los filtros de cigarro (acetato de celulosa) y lo transforma en nuevos productos sostenibles. La certificación ha validado su trabajo, fortalecido su compromiso con la economía circular y elevado sus estándares en toda la cadena de valor. Para Rodríguez, el mayor desafío es educar y cambiar mentalidades, una tarea clave para avanzar en su misión. “Esto no es solo un negocio, es una causa”, enfatiza, convencida de que cada acción cuenta para construir un futuro más limpio y sostenible.
We Techs, usa la tecnología para optimizar y conservar el agua
María José Alessandri, de We Techs, destaca que ser Empresa B respalda su compromiso de combinar rentabilidad con impacto ambiental y social. Su tecnología, basada en Internet de las Cosas Industrial, optimiza el uso del agua en sectores como minería, energía y Servicios Sanitarios Rurales, detectando fugas en tiempo real y mejorando la eficiencia hídrica. La certificación B ha impulsado acciones concretas como la publicación de su Reporte de Sostenibilidad, la implementación de políticas de inclusión y la medición de su huella de carbono. Alessandri reconoce que el mayor desafío es escalar sin perder el propósito, motivo por el cual han optimizado procesos y expandido su presencia a mercados como Perú y Australia, contribuyendo a una gestión más consciente y eficiente de los recursos hídricos.
BancoEstado Microempresas, lidera una banca con propósito, inclusión y triple impacto
María Eugenia Guerra Venegas, de BancoEstado Microempresas, afirma que ser Empresa B es un desafío constante y profundamente inspirador que refuerza su compromiso con un modelo de gestión de triple impacto. Como el primer banco en Chile y América Latina en obtener esta certificación, marcó un hito que ha transformado su cultura interna y reafirmado su propósito de impulsar la inclusión y el crecimiento de las microempresas como motor del desarrollo sostenible. Guerra destaca que cada recertificación eleva la exigencia, y el gran reto es mantener viva la conciencia de que todos son responsables de cumplir y superar los compromisos adquiridos. Además, subraya la importancia de fortalecer la cultura organizacional en torno a la sostenibilidad y colaborar con otras organizaciones para enriquecer su impacto. “Tenemos la responsabilidad no solo con nuestra empresa, sino con el país y el planeta”, concluye.
Gulliver, promueve metodologías de colaboración extrema.
Francisca Donoso, de Gulliver, afirma que ser Empresa B es un compromiso profundo con la construcción de un futuro más próspero, inclusivo y sostenible, donde la colaboración extrema se convierte en motor de innovación y confianza. Desde su rol articulador entre sectores público, privado y sociedad civil, Gulliver promueve metodologías y programas que generan impacto positivo y acción colectiva. Uno de sus mayores desafíos es escalar sin perder el propósito, en un mercado que aún prioriza lo financiero. Para enfrentarlo, fortalecen alianzas público-privadas y posicionan la colaboración como eje estratégico, con iniciativas como el movimiento Ciudades+B, que impulsa los ODS desde una mirada multisectorial en seis ciudades del mundo.
Lukkap Chile, impacto social en cada proceso de outplacement y coaching
Bernardita Salas, de Lukkap Chile, señala que la certificación como Empresa B marcó un antes y un después para la organización, al visibilizar con mayor claridad el impacto social de su trabajo en outplacement y coaching. Su misión de potenciar la empleabilidad en todas las etapas profesionales cobra especial valor al contribuir a reducir los tiempos de reinserción laboral y fortalecer el bienestar social. Uno de sus principales desafíos, afirma, es alinear a toda la organización con el propósito B, desde colaboradores hasta clientes y proveedores. Para lograrlo, han impulsado una comunicación interna constante que refuerza su compromiso con un modelo de negocio con sentido y propósito transformador.
Southbridge Seguros, potencia productos aseguradores con impacto social tangible
Natalia Opazo Gana, de Southbridge Seguros, afirma que ser Empresa B representa un compromiso profundo con integrar el triple impacto en el centro de su estrategia. Desde 2021, han logrado avances que han fortalecido su cultura organizacional e impulsado la innovación, como la creación de un equipo comercial para productos con impacto social —como el SOAP Solidario— y acciones concretas como el reciclaje estructurado, la medición de huella de carbono (incluidas inversiones) y la anticipación a exigencias normativas en sostenibilidad.
En Southbridge, la sostenibilidad es transversal: se promueve desde charlas internas hasta programas impulsados por los propios equipos, como el Día de la Multiculturalidad y SBINS, que entrega educación financiera a jóvenes vulnerables. Incluso la evaluación de desempeño incluye objetivos de impacto, reforzando un compromiso colectivo.
Opazo reconoce que el gran desafío es romper con la idea de que la sostenibilidad es un costo. “Creemos firmemente que los negocios pueden ser una fuerza para el bien”, asegura, y subraya que ese camino requiere coherencia, creatividad, visión de largo plazo y propósito compartido.
Kyklos, reciclaje y soluciones inclusivas para personas con discapacidad
María Paz Izquierdo, de Kyklos, destaca que ser Empresa B ha sido clave para formalizar y profundizar su propósito, integrando la sostenibilidad en el corazón de su gestión. Con más de 12 años de experiencia impulsando soluciones de triple impacto, la empresa ha expandido su visión con iniciativas como el Centro Inclusivo R —que promueve el reciclaje con inclusión laboral— y Refil, una empresa de recarga inteligente que reduce residuos y apoya la Ley de Inclusión. Izquierdo advierte que uno de los grandes desafíos del ecosistema B es lograr que la rentabilidad y el impacto coexistan de manera efectiva. Por eso, Kyklos apuesta por un modelo que combine innovación, viabilidad económica e impacto social y ambiental como base para escalar y sostener su propósito transformador.
Sunbelt, impulsa soluciones solares con beneficios ambientales y económicos
Gabriel Neumeyer, de STC Sunbelt SpA, afirma que certificarse como Empresa B en 2015 fue un paso natural, ya que el triple impacto está en el corazón de su propósito: entregar energía solar limpia, económica y segura, que reduzca costos operacionales y huella de carbono. La certificación ha fortalecido su cultura organizacional, basada en el respeto, la participación y el crecimiento conjunto, y ha reforzado su compromiso con clientes y comunidades. Destaca los altos puntajes obtenidos en las áreas de Clientes y Medioambiente como reflejo de su coherencia. Para Neumeyer, el gran desafío del movimiento B es aumentar su visibilidad y sumar más empresas al cambio, convencido de que “ser Empresa B es un valor agregado fundamental que también mejora los resultados económicos”.
Red Apis, expande su modelo de impacto social inclusivo
Diego Villarroel, de Red Apis, destaca que la certificación como Empresa B ha transformado su cultura organizacional, reforzando valores como la inclusión, la equidad y la innovación social. Este reconocimiento ha fortalecido sus políticas internas y promovido un entorno de trabajo diverso y accesible, en plena sintonía con su misión de hacer más inclusivos los espacios educativos, laborales y sociales para personas con discapacidad. Ser parte del ecosistema B les ha permitido generar alianzas estratégicas y ampliar redes con organizaciones afines, potenciando su impacto. Entre los principales desafíos, Villarroel menciona la necesidad de sostener una mejora continua con enfoque en sostenibilidad y avanzar en la internacionalización de su modelo, que ya comienza a replicarse en países como Perú y Uruguay.
aBanza Empresas, asesoría estratégica para el triple impacto
Camila Morales Sauerbaun, de aBanza Empresas, afirma que ser Empresa B es mucho más que una certificación: es una forma de hacer negocios basada en impacto positivo y valor real para personas, planeta y negocio. Esta visión ha fortalecido una cultura organizacional coherente, impulsando la innovación y la revisión constante de procesos para demostrar que es posible combinar rentabilidad con impacto social y ambiental. Morales reconoce que el gran desafío es demostrar que sostenibilidad y rentabilidad deben ir de la mano. En aBanza enfrentan este reto con acción y datos, asesorando a empresas para integrar la sostenibilidad como eje estratégico y promoviendo la colaboración como clave para lograr transformaciones profundas y duraderas.
Crosshipping, la logística como un motor sustentable del comercio internacional
Valeria Ceruti, de Crosshipping, afirma que ser Empresa B es estar a la vanguardia del tipo de empresas que el mundo necesita, integrando propósito y sostenibilidad en cada decisión. La certificación ha transformado la cultura interna, motivando a los colaboradores a adoptar prácticas responsables y sentirse parte de un proyecto con sentido. En su modelo de negocio, la sostenibilidad ya es parte fundamental: incluyen la huella de carbono de cada embarque en sus cotizaciones, reflejando un compromiso concreto con el medioambiente. Ceruti reconoce que el mayor desafío es que los clientes valoren ese diferencial y elijan opciones logísticas más responsables. En Crosshipping, están convencidos de que la logística también puede ser un motor clave para un comercio más consciente y sustentable.
Una invitación abierta a repensar cómo hacemos negocios
Este movimiento es una invitación abierta a repensar cómo hacemos negocios. Hoy más que nunca necesitamos empresas comprometidas con la sostenibilidad. Te invitamos a inspirarte con estas historias y preguntarte: ¿Qué acciones puedes implementar desde tu propio espacio?