Por Marcia Acevedo González, Socia directora MAG Educativa
¿Puede un emprendimiento social cambiar el mundo si las finanzas personales de sus fundadores o cofundadores están al borde del colapso?
Esta pregunta forma parte de un punto de inflexión relevante… Cada vez más, la sociedad se moviliza con el desafío de transformar realidades; sin embargo, emprender con propósito, no significa renunciar a la estabilidad financiera. Al contrario, lograr que las finanzas personales y las del proyecto sean sostenibles, es una condición indispensable para generar un triple impacto (social, ambiental y económico).
En un mundo cada vez más marcado por la incertidumbre económica y la crisis ambiental, donde el índice inflacionario en Chile continúa sobre el 4%, un IMACEC enero 2025 de 2.5% y un leve crecimiento de 2.3%; las finanzas personales ya no pueden pensarse únicamente desde la óptica de la acumulación o la supervivencia inmediata. Hoy, las decisiones que tomamos con nuestro dinero tienen el potencial de generar un impacto positivo, no solo en nuestro bolsillo, sino también en nuestro entorno social y ambiental.
En este contexto, la sostenibilidad financiera emerge como un enfoque indispensable para repensar la relación entre consumo, bienestar económico y responsabilidad colectiva. Es entender que nuestras elecciones de consumo, aquello que compramos, a quién lo compramos y en qué condiciones, moldean el mercado, impactan comunidades y contribuyen a los desafíos globales como el cambio climático.
Por ejemplo, practicar el consumo sostenible no es solo un acto de consciencia ambiental, sino una “estrategia financiera inteligente”. Optar por productos duraderos, producidos de manera ética y con baja huella de carbono no solo reduce el impacto ambiental, sino que genera ahorros al disminuir la necesidad de compras recurrentes o de productos de baja calidad. Apostar por insumos locales, reducir el desperdicio y pagar precios justos no es un “extra”, sino una estrategia clave para crear valor compartido: el éxito económico del negocio se traduce en bienestar para las comunidades que lo rodean.
Cuando hablamos de sostenibilidad financiera para emprendedores sociales, no solo nos referimos a equilibrar ingresos y gastos o buscar financiamiento ético. El foco está en diseñar un modelo en el que cada peso tenga doble impacto. Lograr una consolidación en la estabilidad económica del emprendimiento e impulsar cambios sociales y/o ambientales que inspiren el proyecto. Sin una base financiera sólida, es casi imposible sostener cualquier propósito social a largo plazo.
Sin embargo, la sostenibilidad empieza por casa. Gran parte de emprendedores sociales ponen toda su energía y recursos en el proyecto y olvidan sus propias finanzas personales. Separar las cuentas personales de las del negocio, construir un fondo de emergencia propio y definir metas económicas individuales claras es tan importante como tener un plan de impacto social. Emprender no debe significar vivir en la incertidumbre financiera; un emprendedor con estabilidad económica personal tiene más claridad y fuerza para sostener su propósito a largo plazo.
Lograr metas económicas personales como pagar una capacitación, invertir en herramientas para mejorar el negocio, generar un ahorro para momentos de baja liquidez o un ahorro incluso para actividades de descanso, no es un acto egoísta. Al contrario, es parte de la estrategia de impacto, equilibrio y de priorizar necesidades de corto y largo plazo.
Explorar nuevas formas de financiamiento, como fondos de inversión, créditos verdes, alianzas con empresas B, OSC, municipios y la academia, conlleva a conectar la estabilidad financiera con el propósito social, amplificando el alcance del emprendimiento.
Si queremos construir emprendimientos sociales que realmente transformen realidades, tenemos que transformar primero nuestra relación con el dinero. Analizar cada decisión financiera, personal y empresarial, como una oportunidad para alinear nuestros valores y nuestro propósito es la clave para pasar del discurso a la acción.
Emprendedor social…. ¿Ya estás gestionando tus finanzas personales y las de tu negocio con la misma responsabilidad y propósito con el que buscas transformar el mundo?
¡Es momento de actuar! Tu impacto social merece una base financiera tan sólida como tu compromiso por el triple impacto.