Por María Agustina Herrera, Subgerente Calidad, Medio Ambiente y Sostenibilidad Corporativo de R&Q Ingeniería S.A.
El Día Mundial del Agua más que un día es una oportunidad para reflexionar sobre el rol que las empresas debemos asumir en la gestión y protección de este recurso esencial. En sectores como la minería, las obras públicas, las energías renovables y el transporte, el agua juega un papel crítico, no solo en los procesos productivos, sino también en el impacto ambiental y en la sostenibilidad a largo plazo de los proyectos.
Más allá del cumplimiento de normativas como la ISO 14001:2015, que establece requisitos para la gestión ambiental y el uso responsable de los recursos naturales, debemos ver la gestión del agua como un compromiso ético y social. La sostenibilidad hídrica requiere una gestión que promueva la eficiencia en el consumo, el monitoreo riguroso de la calidad del agua y la implementación de tecnologías innovadoras para su reutilizión y reducción de desperdicios.
El desafío hídrico no puede ser abordado de manera aislada. La coordinación con el Estado, la academia y las comunidades es clave para diseñar políticas públicas eficaces. Por ello, iniciativas como la actualización de normativas ambientales y la implementación de controles críticos en la gestión de riesgos operacionales, deben ser parte de nuestra estrategia empresarial.
Además, el Manual de Carreteras – Volumen 8 destaca la importancia de métodos de muestreo y ensayos para el control de calidad del agua utilizada en proyectos de infraestructura. Esto refuerza la necesidad de implementar sistemas de monitoreo que garanticen la calidad del agua en cada etapa del proceso.
El camino hacia la sostenibilidad hídrica es un proceso continuo de aprendizaje e innovación. Si logramos integrar esta visión en nuestras estrategias empresariales, estaremos aportando al bienestar común y construyendo un futuro más sustentable para todos