Por Carolina Cortés, Directora Operaciones y Transferencia de HUBTEC
Cuando hablamos de mujeres que participan en el mundo de la ciencia e innovación, el tema se puede abordar desde varios puntos de vista. Por un lado tenemos una evidente brecha de género, donde Chile ocupa el cuarto lugar entre los países con menos mujeres tituladas en áreas STEM de todos los miembros de la OCDE. Desde una mirada más positiva, esa es una realidad que poco a poco está cambiando. A inicios de este año fue noticia el número de mujeres matriculadas en carreras universitarias de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. El porcentaje aumentó en un 16,8%, llegando a un total de 30,2% jóvenes estudiantes.
Sin embargo, hay un factor que no analizamos con la profundidad suficiente y que puede ser clave para acortar las brechas de género en este rubro. Me refiero a las mujeres que hoy trabajan y se desarrollan profesionalmente en ciencia y tecnología. Basta con revisar sus biografías para darse cuenta de que son personas entusiastas, resilientes y con una vocación muy profunda que transmiten a todos con quienes se relacionan. Uno de los ejemplos más potentes es el de la chilena Barbarita Lara, investigadora, codificadora, emprendedora social e ingeniera de ejecución en informática, conocida por ser la creadora de una tecnología que permite enviar mensajes de emergencias a poblaciones afectadas por un desastre natural, incluso cuando no hay conexión a internet o redes móviles.
Si tuviéramos la posibilidad de hacer doble clic a las carreras de ingeniería o medicina, a los grandes logros que se han hecho en el país, nos daríamos cuenta de que, tal como ella, hay muchas historias que no conocemos y que no siempre han pasado a la historia, pero igualmente existen. Está el caso de Eloísa Díaz, médica cirujana que fue la primera mujer en estudiar medicina y ejercer esa profesión en Chile y Sudamérica; Iris Boeninger ingeniera química y una de las pioneras en destacarse en el campo de los materiales y la energía; o Cecilia Hidalgo Tapia bióloga y la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Ciencias Naturales por sus contribuciones al estudio del sistema inmunológico. Tal como ellas, existen muchas más que, anónimamente, han contribuido al desarrollo y el progreso de la sociedad.
Tenemos una gran deuda histórica con el aporte que las mujeres han realizado en áreas científicas y por eso, es importante conocerlas, visibilizarlas y generar espacios de discusión con aquellas que hoy están vigentes para intercambiar buenas prácticas y ayudar a que la brecha y la omisión histórica disminuyan. Además, necesitamos inspirar a las nuevas generaciones. Contar con mujeres referentes en ciencia y tecnología es crucial para romper estereotipos y ampliar las aspiraciones de las niñas desde temprana edad. Las líderes en ciencia y tecnología no sólo demuestran que es posible alcanzar grandes logros en áreas tradicionalmente dominadas por hombres, sino que también ofrecen modelos a seguir que impulsan la confianza y el interés en disciplinas que son fundamentales para el futuro laboral. Ver y escuchar a mujeres destacándose en estos campos nos debería inspirar a todos y concientizarnos sobre la urgencia de una mayor equidad de género en ciencia, tecnología e innovación, y en cómo juntos podemos construir un futuro más justo y equitativo.