Por Gabriela Guarda, Gerente de Sustentabilidad Nestlé Chile
El cambio climático es uno de los riesgos más apremiantes para América Latina este 2025, de acuerdo con la revista Americas Quarterly. En Chile, los históricos incendios forestales del año pasado costaron la vida de personas y destruyeron amplias tierras de cultivo en áreas agrícolas. A esto se suma la grave sequía que afectó el transporte marítimo a través del Canal de Panamá y desencadenó racionamientos de agua en Bogotá. Eventos como estos confirman la vulnerabilidad climática de la región, una realidad que el BID ha calificado como una de las más severas del mundo.
En este contexto, la agricultura regenerativa surge, no sólo como una forma para transitar a la sostenibilidad futura de la industria agrícola, sino también como una manera de asegurar la alimentación de una población global en constante crecimiento. A diferencia de los sistemas tradicionales, la agricultura regenerativa busca restaurar los ecosistemas y aumentar la resiliencia climática, con acciones que benefician tanto a los agricultores como al planeta.
En Nestlé Chile, hemos asumido este desafío con determinación desde el año 2021. Nuestra estrategia global para acelerar la transición hacia la agricultura regenerativa se traduce en un compromiso firme: obtener el 20% de nuestros ingredientes mediante estas prácticas al cierre de 2025 y alcanzar el 50% para 2030. Este esfuerzo no sólo aporta a nuestro objetivo de alcanzar las cero emisiones netas para 2050, sino que también mejora la calidad de vida de las comunidades agrícolas.
En esa línea, más de 150 productores lecheros con las que trabajamos en el país han adoptado prácticas regenerativas como cultivos de cobertura, rotación de cultivos, reforestación y el uso de biofertilizantes. Estas medidas no sólo protegen el suelo contra la erosión, sino que también han permitido la plantación de más de 100 mil árboles desde 2021, contribuyendo a la captura de carbono. Además, hemos logrado que más del 20% de nuestra leche fresca provenga de predios que implementan estas prácticas, reduciendo más de 15 mil toneladas de CO2 en el último año.
Si bien los avances son significativos, no podemos ignorar la urgencia de escalar estas iniciativas. En ese camino, estamos convencidos de que la respuesta está en la colaboración: necesitamos alianzas público-privadas que fortalezcan la investigación, la innovación y la implementación de prácticas regenerativas. Desde Nestlé, continuaremos trabajando junto a organismos como el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) para apoyar a los agricultores chilenos en esta transición. La agricultura regenerativa no es sólo una herramienta para combatir la crisis climática, es una oportunidad para construir un sistema agroalimentario más justo, resiliente y sostenible.
En este esfuerzo, todos tenemos un papel que desempeñar. Como consumidores, podemos exigir productos que provengan de prácticas sostenibles. Como empresas, debemos invertir en soluciones que beneficien al medio ambiente y a las comunidades. Y como sociedad, debemos reconocer que el futuro de nuestra seguridad alimentaria depende de las decisiones que tomemos hoy. La agricultura regenerativa no es una opción: es un camino sin retorno.