Por Andrea Ramos, vicepresidenta de Adaptación Climática de Kilimo
Las empresas de todo el mundo se enfrentan a retos cada vez mayores a la hora de garantizar el volumen y la calidad del agua que necesitan para sus operaciones básicas, mientras que en paralelo, navegan por un entorno normativo cada vez más complejo. Con el estrés hídrico en máximos históricos, lograr la resiliencia requiere un cambio urgente y transformador en las estrategias hídricas de cada una de ellas.
Esta es una de las principales conclusiones del reciente informe “Libro Blanco: Estrategias corporativas sobre el agua a prueba de futuro”, lanzado en noviembre por Corporate Water Leaders, agrupación que reúne a directores ejecutivos de compañías y agencias de agua para abordar los problemas del agua a nivel global.
Es cierto que cada región del mundo tiene sus propias particularidades y desafíos, pero en materia hídrica hay un gran factor en común: el agua es un elemento esencial para la vida humana y también para el desarrollo económico sostenible. Y en este sentido, el rol del sector corporativo es clave, porque son las organizaciones quienes pueden implementar medidas concretas para gestionar de manera adecuada los recursos naturales, combinando innovación tecnológica y sostenibilidad. Todas estas estrategias unidas, nos permiten abordar los desafíos del acceso y disponibilidad de agua de manera proactiva y responsable.
Este es un camino que avanza, pero requiere de apoyo y revisión constante. Por eso, el informe entrega cinco recomendaciones que resuenan con fuerza en el contexto de sequía hídrica que se vive en Latinoamérica y en Chile.
El primero de ellos dice que hay que pensar en grande, ampliando el enfoque de la gestión del agua más allá de la línea básica de demarcación, incluyendo la cadena de valor y las condiciones de la cuenca más próxima a la ubicación de cada empresa. A nivel local tenemos el caso de la cuenca del río Maipo, que hoy figura entre las más estresadas en todo el mundo, atendiendo alrededor del 70% de la demanda actual de agua potable. Para una organización que busca ser agua positiva y quiere regresar al medio ambiente más agua de la que se consume, es fundamental incluir dentro de sus estrategias aspectos que apunten a mitigar el daño que hoy vive la cuenca.
Segundo, y quizás uno de los puntos más importantes: contextualizar el público objetivo. Ya hablamos del desafío común, pero la respuesta debe ser local y adaptada a cada realidad. Hay que pasar de una gran y única ambición hacia objetivos acordes con las necesidades de cada comunidad, y que ojalá estén basados en datos científicos que permitan cuantificar año a año el impacto de lo que estamos haciendo en materia hídrica.
Tercero, se necesita aumentar el alcance y la escala de colaboración, trabajando creativamente con las partes interesadas para obtener mayor conocimiento y recursos. Cuarto, detectar a los co beneficiarios. Es mucho más provechoso realizar proyectos con beneficios múltiples para encontrar el equilibrio adecuado entre el agua y otras prioridades ESG. Por último, está el factor de divulgación y amplificación, porque al mejorar la comunicación sobre cuestiones relacionadas con el agua podremos avanzar hacia una entrega de información más coherente y centrada en los datos que sirva además para replicar modelos exitosos.
En lo referente a seguridad hídrica, el éxito de una empresa por sí sola no resuelve los problemas colectivos de la inseguridad hídrica y el cambio climático. Para desarrollar la resiliencia frente a las circunstancias cambiantes, el sector privado debe construir sistemas sostenibles que reconozcan la importancia del medio ambiente para la continuidad empresarial. Y no olvidemos que pese a que el agua es un recurso esencial a nivel mundial, su disponibilidad, calidad y gestión están profundamente influenciadas por las condiciones y prácticas locales. Las acciones serán más efectivas si observamos nuestro entorno y decidimos con esa mirada local.