Por Ignacio Mackenna, gerente general de Abastibletec.
La urgencia de alcanzar la carbono neutralidad y los avances en tecnología han empujado a las industrias a repensar la manera en que producen, gestionan y consumen energía. Sin embargo, en este panorama, la verdadera ventaja competitiva no reside únicamente en adoptar tecnologías limpias, sino en hacerlo con inteligencia.
El concepto de “inteligencia energética” va más allá de una simple integración de renovables y eficiencia energética, o de reemplazar combustibles fósiles por fuentes limpias. Eso sería sólo un cambio superficial. La verdadera transformación sucede cuando las empresas integran soluciones energéticas avanzadas con analítica de datos, inteligencia artificial y diseño estratégico para maximizar sus impactos económicos, ambientales y operativos. Este enfoque no solo responde a la necesidad de sostenibilidad; transforma la energía en un pilar de competitividad y crecimiento.
Tomemos como ejemplo una empresa que integra sistemas térmicos y eléctricos renovables con capacidades de analítica avanzada. Un modelo energético tradicional podría enfocarse sólo en reducir emisiones. Pero un modelo basado en inteligencia energética identifica también patrones de consumo, predice demandas futuras y recomienda ajustes en tiempo real. Esa no es solo una empresa sostenible que reduce emisiones; es una empresa inteligente, que incrementa su eficiencia operativa, genera ahorros significativos, y, sobre todo, un aporte concreto al compromiso global de carbono neutralidad.
La transición energética y el camino hacia la descarbonización deben ser más que una meta climática y cumplir con estándares ambientales; sino que también puede ser un proceso de aprendizaje que genere valor tangible para las empresas, que les de seguridad, confiabilidad y resultados. Pero en este desafío global, existe una línea delgada entre cumplir y sobresalir, entre adaptarse y liderar, entre sacrificio y oportunidad. Esa línea se llama inteligencia energética.