Por Agustín Ariztía, Gerente en Aurys Consulting
Conocer el impacto real de las empresas es esencial tanto para consumidores como para inversionistas, ya que permite tomar decisiones informadas y alineadas con sus objetivos. Las empresas con prácticas responsables son menos propensas a riesgos regulatorios, reputacionales y financieros, además de mostrar mayor resiliencia y rentabilidad a largo plazo.
Tomar decisiones informados fomenta un cambio positivo hacia modelos de negocio sostenibles para que las personas puedan contribuir activamente a construir un futuro más justo y sostenible, mientras impulsan un mercado más ético y consciente.
En un mundo donde la cantidad de información se hace cada vez más difícil de filtrar y es fácil caer en desinformación o marketing falso, es importante tener claridad de en qué fijarse al momento de revisar organizaciones para asegurarse de que realmente sean sostenibles.
El Diccionario de Cambridge define el Greenwashing como “Comportamiento o actividades que hacen creer a las personas que una empresa está haciendo más para proteger el medio ambiente de lo que realmente hace.” Con esta consideración, es fácil ver el impacto negativo, donde la sobrecarga de información permite que algunas organizaciones hagan pasar acciones como “de bajo impacto” cuando no lo son realmente.
Más allá del marco regulatorio en el que pueden ayudar las instituciones, es importante que los consumidores e inversionistas puedan indagar y ordenar la información disponible, para así asegurarse que las compañías que dicen ser sostenibles realmente están gestionando su impacto. Para esto, consideraremos 4 factores clave en los que fijarse al momento de determinar qué tan sostenible es realmente una organización:
1. Transparencia y estandarización de reportabilidad ESG: La importancia de la estructura de la información entregada y los estándares internacionales en los que se rigen las compañías para comunicar sus lineamientos en sostenibilidad son clave para dilucidar el impacto real. Buenas evaluaciones bajo estándares como el SASB, GRI o IFRS, o análisis estandarizados como MSCI, S&P o Sustainalytics permiten dilucidar entre organizaciones que realmente integran la sostenibilidad y las que simplemente la comunican.
2. Cadena de Valor: El impacto de las organizaciones no está sólo en las tareas que ellos mismos ejecutan, sino que se identifican a lo largo de su cadena. Esto obliga a que la medición real del impacto debe incluir la mirada hacia atrás en la cadena, asegurando una trazabilidad que puede ser realizada y potenciada mediante tecnología. Por esto es importante identificar que las empresas incluyan en sus reportes de qué manera están abordando la sostenibilidad en sus proveedores o los alcances del tercer tipo (efectos indirectos asociados a la cadena de valor).
3. Carbono-neutralidad: Promesas vs. Estrategias: En un mundo donde constantemente se escuchan promesas de carbono neutralidad con metas ambiciosas, es importante que éstas se hagan con estrategias realistas y fundamentadas. El llamado es a analizar con mayor énfasis las estrategias por sobre las metas, para identificar el nivel real de compromiso por parte de las organizaciones.
4. Integración organizacional: Si bien es un poco más difícil de evaluar, las organizaciones sólo triunfan cuando integran a las personas en el cambio. Parte de las estrategias de sostenibilidad deben incorporar la integración de la organización en todos sus niveles y que se vea reflejado en su cultura, sino se quedan como metas corporativas que el resto de la organización no comparte.
Para contribuir a un futuro más sostenible, se hace esencial que adoptemos una postura activa, aprovechando las herramientas y recursos disponibles para exigir transparencia y autenticidad. Sólo así podremos reconocer y apoyar a las organizaciones que demuestran, con hechos y no solo con palabras, un verdadero impacto positivo en la sociedad y el medio, impulsando a las empresas a alinearse con los principios de sostenibilidad que realmente transformen nuestro entorno.