¿Sabemos reciclar?

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ENEL
NESTLÉ
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Por Zdenka Astudillo, directora ejecutiva Sistema B Chile

Cuando pensamos en todas las materias que debieran ser enseñadas en el colegio: primeros auxilios, educación financiera, ciudadanía, entre muchas otras, aprender a reciclar debiera estar en la lista, y así como niños y niñas van de visita a fábricas o a otros paseos educativos, uno fundamental debiera ser ir a un centro de reciclaje y entender qué se hace ahí y por qué es tan importante reciclar “bien”, más allá de solo separar plástico, cartón y vidrio.

Hace unos días, fuimos con el equipo de Sistema B Chile al Centro Inclusivo de Reciclaje de Kyklos y aprendimos un montón.

Por una parte, la importancia de reciclar bien, más allá de lo básico. Cómo se segregan y valorizan los distintos materiales, qué se hace después con ellos, cómo logran involucrar a empresas y colegios, la necesidad de llegar a regiones con plantas de tratamiento de los distintos materiales dado que el costo de transporte es muy alto al traerlo todo a Santiago y el avance que implica la Ley REP, entre varios más. 

Fueron muchas cosas, demasiado necesarias e importantes todas; algunas por supuesto las conocíamos por la naturaleza de lo que hacemos, pero profundizar en los detalles nos dio otra perspectiva del tema que definitivamente todo el mundo debiera saber, porque es una materia que nos involucra a todos y para nada es exclusivo de quienes trabajamos en sostenibilidad.

Por ejemplo, ¿sabían que hay un plástico que no se puede reciclar y que está presente en muchísimos productos que usamos diariamente, pero que si no leemos la etiqueta perfectamente se puede camuflar como reciclable? Es el famoso (o tal vez no tan famoso) plástico 7, una mezcla de distintas resinas que no se pueden reciclar y que finalmente terminan en los vertederos esperando siglos y siglos su degradación.

Otro ejemplo, ¿sabían que las latas son aluminio puro y cada vez que tiramos una a la basura es como botar un pedacito de producción minera, y que si las reciclamos se pueden usar de la misma forma que la primera vez, ya que se funden y pueden volver a su estado original? Lamentablemente, no hay una empresa en Chile que las procese, así que se exportan a Brasil u otros lados.

Y un último ejemplo, ¿sabían que el plástico flexible (bolsas y otros no 7) se puede transformar en un material tan duro que es posible utilizarlo incluso como madera? Kyklos, de hecho, participó en un proyecto, en el cual se construyeron todos los juegos infantiles de una plaza con este material.

Es cierto que cada día hay más empresas que están avanzando mucho en temas de sostenibilidad, sin embargo nos falta un largo camino todavía. Mientras sigamos con este tipo de empaques (7) será difícil que podamos hacer de nuestra economía una verdaderamente circular.

Por el lado de la ciudadanía, en muchas partes, para incentivar el reciclaje hoy se está motivando a poner “todo lo reciclable” en un mismo contenedor, y la pregunta que se me viene a la cabeza es ¿será esta realmente la mejor solución? Entiendo que sería una medida para fomentar el reciclaje y hacerle la vida más simple a las personas, pero no será mejor educar correctamente sobre el tema para hacernos realmente responsables de lo que consumimos? Porque con todo esto cae de cajón la necesidad de “comprar bien” para poder reducir, reutilizar y reciclar bien. Y, de verdad, les prometo que no tiene que ver con que sea más caro o más barato, es solo dar vuelta lo que estemos comprando y fijarnos en la etiqueta, así nos hacemos conscientes de lo que adquirimos y responsables de su completo uso.

Sostenibilidad implica largo plazo y alcanzar el triple impacto sin ser consecuentes con esa tríada es como pretender tapar el sol con un dedo.

Si queremos tener un mejor planeta, con ciudades y océanos limpios, sin plásticos indestructibles, entonces a ponerse los anteojos en el supermercado y mirar esas etiquetas, porque querámoslo o no, la responsabilidad de estar mejor es nuestra.

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