Por Javiera Cardemil, Jefe Comunicaciones e Impacto Social Empresas Iansa
Suele responsabilizarse a la comida rápida o “chatarra” de las alarmantes cifras de obesidad y sobrepeso de niñas y niños chilenos. Sin embargo, se trata un grave problema en aumento, muchísimo más profundo, que va más allá de la alimentación.
Analicemos primero las cifras. En nuestro país, uno de cada tres escolares presenta sobre peso u obesidad, una tendencia que pretende ser revertida con la “Estrategia para detener la aceleración del sobrepeso y obesidad en la niñez y adolescencia 2023-2030” implementada por el Ministerio de Salud. El tema es preocupante ya que en un estudio dado a conocer recientemente y publicado por la revista The Lancet se concluye que las niñas y niños chilenos son los más obesos de Latinoamérica.
La muestra que reúne datos desde 1990, concluye que para el año 2022, la prevalencia de la obesidad en niñas alcanzó un alarmante 20%, posicionando al país como único en la región con cifras sobre el 20%. Igualmente, resulta preocupante que los niños chilenos experimentan una tasa de obesidad del 30%, también ubicándose como la más alta en Latinoamérica.
Si bien la alimentación es fundamental, existen otros detonantes para el sobrepeso y obesidad. Diversos estudios han confirmado que ambos casos están fuertemente influenciados por la interrupción de las clases en el aula, especialmente en el contexto de la pandemia por COVID 19, ya que el colegio es un entorno favorable para las interacciones activas en grupo, los deportes y las actividades recreativas.
Si a esta consecuencia le agregamos la cada día más presente “babysitter virtual” (pantallas) tenemos un sedentarismo infantil que no nos ayuda a salir del puesto número uno en obesidad en Latinoamérica. Existen cifras que dan cuenta que en Chile los escolares ven más de tres horas de televisión y practican en promedio sólo una hora de actividad física a la semana. A ello se suman los juegos en tablets y celulares lo que se traduce en una vida en extremo sedentaria.
Por otra parte, existe otro factor que debemos incorporar al análisis. En las personas que sufren enfermedades mentales, la prevalencia de obesidad es el doble, alcanzando hasta el 60% según estudios internacionales. Particularmente esta relación ocurre en los casos de depresión, enfermedad que cada día presentan más adolescentes.
Por lo tanto, en el sustrato mismo de la obesidad, nos encontramos con una realidad aún más compleja que nos lleva a detenernos en la vida cotidiana de las familias, en sus hábitos, en su manera de vivir el día a día.
Hablamos de que el ideal sería que cada chileno y chilena pudiese tener la oportunidad de una vida saludable, entendiendo por ella como la continuidad de hábitos saludables implementados para mejorar su calidad de vida, como una búsqueda del equilibrio en su salud con el consiguiente bienestar integral.
Porque las personas necesitamos alimentarnos en forma sana pero también necesitamos generar un hábito de un estilo de vida saludable, y para eso, debemos ser varios los actores que entremos en el juego. Entendemos que en materias como obesidad, sobrepeso y vida saludable lo fundamental es la prevención y el trabajo colaborativo entre los sectores involucrados con miras a mejorar la salud y calidad de vida de chilenas y chilenos.
Es en este esfuerzo que, una empresa líder en la agroindustria alimentaria como Empresas Iansa, y desde su propósito de alimentar al mundo con lo mejor de nuestra tierra, ha tomado un activo rol en la generación de programas de impacto para promover la educación nutricional y salud: Azúcar Consciente y alimentación balanceada y Deporte y Vida Sana, además de ir más allá de la legislación vigente para poner recomendaciones de consumo en sus etiquetas y contenidos claros en los empaques para que el consumidor elija de manera informada.