Por Valentina Laval, Co Founder de Lifebox.
Según un informe conjunto del Instituto de Directores de Chile, Fundación ChileMujeres y la Organización Internacional del Trabajo, el 12,5% de las empresas declara no contar con políticas de prevención para gestionar el acoso laboral y sexual. Además, el 35% no cuenta con programas de capacitación en la materia y el 32,5% no tiene programas de capacitación en acoso sexual. Esto demuestra que aún hay mucho que avanzar en esta área.
La reciente promulgación y pronta implementación de la Ley Karin representa un paso crucial hacia la creación de un entorno laboral más seguro y respetuoso. Al establecer un marco claro para la prevención, denuncia, investigación y sanción del acoso laboral, sexual y la violencia en el trabajo, esta ley no solo protege a las víctimas, sino que también promueve una cultura organizacional basada en el respeto y la equidad.
Uno de los principales desafíos que enfrenta la Ley Karin es la obligación de capacitar a las organizaciones sobre esta normativa. La ley requiere que las empresas implementen políticas y procedimientos claros para prevenir el acoso y la violencia en el trabajo. Esto incluye la capacitación de todos los colaboradores, asegurando que comprendan y reconozcan conductas constitutivas de acoso laboral y sexual, así como las sanciones correspondientes según el grado de acoso y el tipo de conducta. Por otro lado, es esencial que todos los empleados estén familiarizados con los protocolos de prevención y denuncia.
Para que la Ley Karin sea verdaderamente efectiva, las capacitaciones deben ir más allá de la mera transmisión de conocimientos normativos. Es crucial implementar estrategias de comunicación asertiva y respeto mutuo en el lugar de trabajo, lo cual fomenta un entorno de trabajo seguro, respetuoso que prevengan el acoso y la violencia.
Una de las herramientas más efectivas para lograr esto es el desarrollo de las power skills, tradicionalmente conocidas como habilidades blandas. Estas habilidades cognitivas y socioemocionales facilitan el desarrollo personal e interpersonal. En el contexto de la Ley Karin, es fundamental impulsar la seguridad psicológica a través de power skills como el respeto, la ética, la comunicación asertiva, la autorregulación emocional y el aumento de la noción de diversidad e inclusión laboral.