Por Antonia Anastassiou, Directora de Comunicaciones y RRPP de Fundación Mustakis
“¿Qué quieres ser cuando grande?”, Cuántas veces hemos hecho o escuchado esta pregunta, o nosotros mismos la respondimos a otros siendo niños. Sería bueno darle un giro a esta interrogante y reemplazarla por: ¿quién quieres ser? ¿Cómo te gustaría aportar al mundo? Todos tenemos un rol que cumplir dentro de la sociedad y la formación integral es esencial para preparar a los niños, niñas y jóvenes a enfrentar los desafíos del mundo moderno desarrollando todo su potencial.
Para lograrlo, hay que tener claro que la educación debería abarcar todas las dimensiones del ser. Más allá del conocimiento académico, los educadores tienen que fomentar el desarrollo espiritual del alma, estimular la curiosidad y el pensamiento crítico de la mente, promover la salud física y el bienestar del cuerpo, cultivar la inteligencia emocional y la empatía de las emociones.
Es necesario que la ruta de aprendizaje cuente con pilares o guías que nos sirvan como cimiento para una formación integral e innovadora. El primero de ellos es el concepto de ‘aprender haciendo’, donde la educación experiencial se convierte en una poderosa herramienta para involucrar a los estudiantes en su aprendizaje y desarrollar habilidades prácticas y transferibles, fomentando la creatividad, la innovación y la resolución de problemas.
Si a la experiencia le sumamos el ‘aprender colaborativamente’, desarrollamos una habilidad vital en el mundo moderno, porque cuando los jóvenes aprenden a trabajar en equipo, se comunican de manera efectiva, resuelven conflictos y valoran la diversidad de opiniones y perspectivas.
Es más, cuando ésto ocurre en un espacio de confianza, los alumnos se atreven a aportar y con ello a ‘aprender a ser’. Junto con el conocimiento académico, los profesores tienen la misión de ayudarlos a desarrollar una comprensión más profunda de sí mismos y de su lugar en el mundo, cultivando habilidades como la autoconciencia, la empatía, la resiliencia emocional y el liderazgo moral.
El último pilar, ‘aprender a aprender’ se refiere al momento en que reflexionamos y entendemos lo que nos aporta el autoconocimiento. ¿Qué estrategias me sirven, cómo y por qué ciertas cosas me motivan? Los educadores deben enseñar a los estudiantes estrategias de aprendizaje efectivas que les permitan adquirir conocimientos de manera autónoma y continua a lo largo de sus vidas. Esto incluye habilidades como la gestión del tiempo, la organización, el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
Cuando abordamos el plan de estudios desde una visión integral, es posible crear ambientes de aprendizaje holístico que atiendan las necesidades emocionales, físicas, mentales y espirituales de los niños, niñas y jóvenes. Esto no sólo les ayuda a alcanzar su máximo potencial académico, sino que también los prepara para enfrentar los retos de la vida con confianza y resiliencia.