Por Loreto Seguel, directora ejecutiva de Consejo del Salmón.
Hace algunos días estuvimos presentes como entidad gremial en la conmemoración de los 100 años de OMSA, la Organización Mundial de Sanidad y Bienestar Animal. Dicha institución nació de la legítima preocupación por cautelar la salud y bienestar de las especies, gatillada por una crisis que desencadenó en 1920 la peste bovina y que tuvo en vilo al mundo entero. Fue una situación extrema que obligó a los países a ponerse de acuerdo, dialogar y buscar caminos de colaboración para que un evento de esas características no volviera a ocurrir.
Los equilibrios de los ecosistemas pueden volverse frágiles si no hay de parte de todos los involucrados voluntad real para trabajar por el bien común. En esa línea, trabajar por una salmonicultura sostenible se nos hace un deber y una responsabilidad hacia el medioambiente, las personas, sus territorios y el mundo entero. Estamos conscientes de que la salmonicultura tiene grandes desafíos y responsabilidades por delante, y por ello trabajamos arduamente en cada uno de los frentes que son claves al momento de proyectarla para las décadas siguientes.
En la conmemoración de este nuevo día internacional del medioambiente no puedo dejar de relevar el rol de OMSA: uno de sus ejes de acción gira en torno al cuidado del medioambiente con el enfoque de “una sola salud”, descrito en su página web bajo la consigna de que “la sanidad animal, la salud de los seres humanos y de las plantas son interdependientes y se vinculan con los ecosistemas en los que viven”. En resumen, se trata de una organización en la que más de 180 países buscan las mejores alternativas para que los animales que sirven de sustento alimentario para la humanidad estén en las mejores condiciones posibles.
Y es un tremendo honor y privilegio haber sido testigo de que una chilena, la doctora Alicia Gallardo, haya sido elegida presidenta de la comisión mundial de animales acuáticos. Su conocimiento y expertise vienen a confirmar dos cosas: que los profesionales chilenos están a la vanguardia de la formación veterinaria para cautelar una salmonicultura sustentable y que estar en esta asamblea permite tener un espacio internacional muy relevante en la toma de decisiones sobre cómo asegurar viabilidad futura para generar una producción responsable, consciente y sostenible en Chile. Esta es una oportunidad única para estar presentes de manera activa y no mirando desde lejos cómo se gestan los acuerdos internacionales.
Cuidar el medioambiente es una responsabilidad enorme. Un tema que debe abordarse con sentido de urgencia porque no hacerlo puede tener consecuencias irreversibles para el planeta y sus habitantes. En ese contexto, el cautelar el bienestar animal es una tarea esencial. Basta mirar hace unos años las desastrosas consecuencias de lo que ocurrió en los mares de nuestro país con el virus Isa para dimensionar lo que significa trabajar con seres vivos. 2007 fue un punto de inflexión donde los aprendizajes fueron muchos y trascendentes, pero el precio que se pagó fue altísimo: despidos, pérdidas de biomasa, cierre de operaciones donde una industria que le ha cambiado la cara al sur, estuvo a punto de desaparecer.
Esa crisis sanitaria es algo que no podemos repetir.
Es por episodios dramáticos como ése que el novel concepto de “economía verde” adquiere máxima relevancia por estos días. Un término que una vez más puso a los países a dialogar y tomar acuerdos en conjunto. La ONU lo define: “Es aquella economía que resulta en un mejor bienestar humano y equidad social”. Es momento de activarla hoy, no mañana y es ahí donde este gremio de productoras de salmón, está poniendo los esfuerzos. Porque tomar acción por el bien común no es moda ni ideología. Es un deber, el deber de hacer lo correcto.