Por Catalina Droguett, Eco-periodista, conferencista y Fundadora de “Mujer Sustentable”
Las cifras indican que anualmente desaparecen siete millones de hectáreas de bosques en el planeta equivalentes al tamaño de Panamá, 150 especies se extinguen diariamente lo que se considera la mayor ola de pérdida biológica desde que desaparecieron los dinosaurios, en el mundo cada año se generan alrededor de siete millones de muertes prematuras a causa de la contaminación ambiental, y a nivel internacional la declaración del Secretario General de la ONU, António Guterres, indica que la era del calentamiento global “ya fue” y que la situación actual debe ser denominada como “Ebullición Global”. Está claro que es de extrema urgencia replantearnos nuestra relación con la naturaleza y que el concepto y visión de sustentabilidad que hemos venido implementando hasta la fecha se quedó “corto” y debemos enfocarnos en reparar lo destruido, hoy el llamado es a regenerar el planeta.
En un mundo convulso, marcado por desafíos ambientales, sociales y económicos, es crucial enfocarnos en ir mucho, pero mucho más allá, e incorporar la misión imperativa de regenerar y restaurar el planeta de manera sostenible dado que los números avalan que sustentar lo que tenemos definitivamente no es ni será suficiente. La naturaleza nos provee de todo lo indispensable para la vida, desde alimentos, agua, refugio, hasta la regulación del clima. Sin embargo, nuestra huella humana destructiva e inconsciente ha llevado a la degradación de ecosistemas vitales como la Amazonía, poniendo en riesgo el equilibrio de la naturaleza y nuestra propia existencia.
La regeneración y restauración del planeta no solo debe ser prioridad, sino que es una oportunidad para reconectar y sanar nuestra relación con la naturaleza y construir un futuro más seguro, próspero y equitativo para todos y todas. Los beneficios de este enfoque son múltiples y abarcan desde la protección de la biodiversidad hasta la mitigación del cambio climático, el fortalecimiento de la seguridad alimentaria, la promoción de la salud humana, la generación de empleo y oportunidades, así como el fomento de la resiliencia y la equidad.
Pero, ¿cómo podemos llevar a cabo la labor de regenerar y restaurar el planeta?. Desde mi punto de vista y el trabajo que he desarrollado por más de 14 años en el área, la respuesta comienza con la acción individual sumada a la acción colectiva en donde ciudadanos, empresas,Estado y Ong´s deben actuar mancomunadamente. Desde adoptar prácticas sostenibles en nuestra vida diaria, como reducir el consumo de plásticos de un solo uso, reutilizar y apostar por la circularidad, comprar solo lo que necesitamos y que sean productos elaborados en base a prácticas sostenibles, reparar nuestra ropa, hasta participar en iniciativas de reforestación, restauración de humedales y limpieza de ríos y océanos, incluso conversar del tema en los espacios en que podamos, cada pequeño gesto contribuye al bienestar del planeta y a su regeneración. En paralelo, es imperativo que las instituciones, empresas y gobiernos asuman su responsabilidad en la reparación, protección y conservación de los recursos naturales, promoviendo políticas ambientales y sociales sólidas, invirtiendo en energías limpias, avalando proyectos de captura de CO2, descarbonización, estableciendo sistemas serios de manejo de residuos y apoyando proyectos de restauración ecológica y reparación de la biodiversidad con visión de justicia social.
A lo anterior, sumo la importancia de la implementación de un sistema económico que promueva una economía regenerativa, una mirada de las finanzas con impacto positivo tanto en la economía como en el medio ambiente, a través de la creación de sistemas y procesos que fomenten la regeneración de los recursos naturales y la restauración de los ecosistemas. Una mirada que va en contraposición al modelo tradicional actual de economía lineal, que se basa en extraer, producir, consumir y desechar. La economía regenerativa propone un enfoque circular y sostenible que permita perpetuar la vida en el planeta. Este modelo se fundamenta en la idea de que las actividades económicas pueden y deben ser diseñadas de manera que contribuyan a la salud y resiliencia de los ecosistemas, en lugar de agotar los recursos naturales y degradar el medio ambiente. La economía regenerativa promueve la restauración del capital natural, la implementación de prácticas agrícolas sostenibles, la generación de energía limpia, la promoción de la economía circular y la reducción de la huella ecológica en general.
Regenerar y restaurar el planeta no es solo un deber ético, es una oportunidad transformadora para crear un presente y un futuro más próspero, en armonía con la naturaleza y la vida, en donde nadie se quede atrás.