Según el informe de evaluación del ciclo de vida (LCA), este vehículo tiene una huella de carbono total de 23 toneladas, por cada 200.000 km, aproximadamente un 60% menos que el XC40.
El nuevo EX30 representa la esencia de Volvo: un SUV compacto totalmente eléctrico, diseñado para la era moderna, priorizando la seguridad y con una huella de carbono más reducida que cualquier otro automóvil de la marca hasta la fecha, sin sacrificar autonomía.
En el informe LCA sobre la huella de carbono, se identifican materiales y procesos que contribuyen en mayor medida, al nivel de emisiones del vehículo, abarcando todo su ciclo, desde la extracción y el refinado de las materias primas, hasta el final de su vida útil. En concreto, el EX30 de Volvo tiene una huella de carbono total de 23 toneladas por cada 200.000 kilómetros, lo que supone, por ejemplo, un 60% menos de huella que el XC40 a gasolina.
Además, el uso de electricidad de origen eólico para la recarga del EX30, hace que se reduzca considerablemente su huella de carbono, en comparación con un mix eléctrico global o el mix eléctrico europeo, en torno a un 42% y un 22% respectivamente. Pero para reducir la huella de carbono total de un automóvil, no basta solo con la electrificación. Un vehículo no solo se conduce; también se diseña, desarrolla, fabrica y transporta, y cada uno de estos pasos ofrece oportunidades para reducir aún más las emisiones de gases de efecto invernadero.
“La transición a vehículos eléctricos es fundamental para limitar el cambio climático, pero hace falta mayor transparencia sobre sus desafíos, para reducir aún más sus emisiones”, señala Jonas Otterheim, responsable de acción climática de Volvo Cars. “Con el estudio sobre la huella de carbono del EX30 y la identificación de sus principales materiales y procesos, pretendemos aportar información valiosa que sirva para orientar las decisiones hacia una mayor sostenibilidad, tanto en el seno de nuestra empresa como en el sector en su conjunto”.