Francisco Talguia, profesional de proyectos Fundación Chile -Pacto Chileno de los Plásticos
¿Qué tanto reciclamos? Es una pregunta importante de contestar para entender la importancia de los recicladores de base en Chile. Según el Informe del Estado del Medio Ambiente elaborado por el Ministerio del Medio Ambiente durante 2022, el 2020 se generaron más de 18 millones de toneladas de residuos en el país, de los que casi 7,9 millones correspondían a residuos domiciliarios. De esa cifra, se logró valorizar un 1,2%, lo que da cuenta de la necesidad de darle valor a los residuos domiciliarios.
Los recicladores de base han sido y serán un eslabón fundamental en esta cadena; son quienes realizan el trabajo de recolectar, seleccionar, acopiar y comercializar los materiales reciclables para su posterior aprovechamiento de residuos. Según cifras del Registro Nacional de Recicladores de Base 2021, ese año eran cerca de 60.000 las personas que se dedicaban a esta labor, de las cuales un 60% correspondía a mujeres.
Ellos y ellas fueron, son y serán los pioneros en impulsar la transformación desde una economía lineal a una circular, algo que recogió nuestra política pública para que en la Ley REP -implementada en 2023 para envases y embalajes- quedara establecido que los recicladores de base deben ser parte de la gestión de los residuos para el cumplimiento de las metas de valorización. Si bien la implementación de la Ley REP es una gran noticia, su éxito depende del esfuerzo conjunto de todos y todas, y se hace necesario reconocer el papel crucial de los recicladores de base, quienes no solo contribuyen al cuidado del medio ambiente con su labor diaria, sino que también se convierten en motores de cambio en nuestra búsqueda hacia un modelo más circular, inclusivo y justo.
Desde el Pacto Chileno de los Plásticos (PCP) de Fundación Chile –iniciativa que impulsa la circularidad de los envases y embalajes- trabajamos, desde octubre de 2023, en un proyecto piloto con la Cooperativa de Recicladores de Base de San Antonio (COREMAT), el que estará ejecutándose hasta noviembre de 2024. Este consiste no solo en pagar a los recicladores por la cantidad de plásticos flexibles que recolecten -entre ellos envases de tallarines, arroz, yogurt y postres, entre otros- sino que también por los servicios asociados que entreguen a la comunidad, entre ellos, capacitaciones a juntas de vecinos, comunidades, municipio y colegios, entre otros. Esto es crucial, porque actúa como un catalizador para modificar la percepción y costumbres de la ciudadanía respecto del reciclaje y la valorización de los residuos.
Aunque existen iniciativas similares, lo que se espera de una como ésta -que además tracciona la colaboración de empresas como Nestlé, Soprole, Cambiaso e Inproplas y organizaciones como Avina, ReSimple, Giro, entre otras- es generar que la comunidad adopte hábitos que faciliten la identificación y separación de distintos tipos de envases, y crear un modelo de trabajo escalable y replicable en otras comunas y regiones del país.
La experiencia internacional tiene mucho que decir respecto del papel fundamental que cumplen los recicladores de base en el aumento de las tasas de recolección y valorización de los envases y embalajes. Tal es el caso de Sudáfrica, país en el que los que hacen este oficio recolectan entre un 80% y un 90% del material plástico reciclable, una cantidad muy alta en comparación con Chile. Acá, según cifras de Chilebasura, sólo en 29 comunas del país se recolectan envases y embalajes y en cada una de ellas, se selecciona solo un 10% de estos desechos. Esto deja en evidencia la necesidad de impulsar el trabajo de los recicladores a nivel nacional. Sin ellos, no hay transición hacia a una economía circular.