Por Viviana González, Gerente BPO y Plataformas en Grupo Avanza
Hace algunas semanas hizo noticia el caso del empleador de Punta Arenas que se negó a la solicitud de una trabajadora de acogerse a la ley de conciliación de la vida laboral, familiar y personal, la cual, como lo indica su nombre, ayuda a fortalecer el empleo femenino y contribuye a una mayor autonomía y capacidad para poder compatibilizar el ámbito laboral, personal y familiar, permitiendo el derecho al trabajo a distancia o teletrabajo, de modo que las personas puedan efectuar la totalidad o parte de su jornada diaria o semanal en esas modalidades, de acuerdo a la naturaleza de sus funciones.
La normativa es una muestra del cambio de los tiempos y de la flexibilidad que se requiere hoy en los espacios laborales, facilitando que los colaboradores puedan cumplir con sus tareas sin la necesidad de estar en el mismo espacio físico de sus superiores y haciendo uso de las ventajas que entrega la tecnología. Pero además, es un reconocimiento al trabajo silencioso que realizan miles de mujeres a lo largo del país. Son ellas quienes tradicionalmente han asumido el rol de cuidadoras de niñas, niños, personas en situación de discapacidad o de dependencia severa o moderada y ahora, pueden realizar esta labor sin dejar de lado su desarrollo profesional, contando con mayores herramientas para ello.
De acuerdo a cifras de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) del último trimestre de 2022, un 50,8% de las mujeres chilenas se encuentra empleada, aportando de manera importante a la fuerza laboral del país. Y de esa mitad que ‘no trabaja’, podemos inferir que muchas de ellas se dedican a funciones no remuneradas dentro de sus hogares. Hoy, con la entrada en vigencia de la ley, este sector tendrá la opción de ingresar al mercado, aumentar sus posibilidades de crecimiento y mejorar sus ingresos económicos, lo que irá en beneficio directo de sus familias.
La medida significa también un desafío y una gran oportunidad para las empresas. En los últimos años, se ha vuelto cada vez más evidente que la diversidad de género aporta mejores resultados en las organizaciones gracias a las diferentes capacidades, habilidades, puntos de vista y enfoques a la hora de abordar problemas. Un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló que la incorporación de mujeres en todas las áreas mejora la productividad total, debido a que se adaptan mejor a los cambios y se mantienen por periodos prolongados en sus puestos.
Por eso, actualmente, una correcta integración femenina en el campo laboral debe considerar factores que antes no eran parte de la ecuación, y que contribuyen a aumentar y retener el talento en el largo plazo, entre ellos, la mencionada compatibilidad con el aspecto familiar. Hoy, con la ayuda de distintas herramientas tecnológicas y una mayor flexibilidad, las mujeres pueden trabajar y seguir conectadas con su realidad, al mismo tiempo que las compañías se ven beneficiadas en sus metas de productividad, inclusión y sostenibilidad.
El llamado entonces es no ver la ley de conciliación de la vida laboral, familiar y personal como un obstáculo, sino más bien como una plataforma para generar mayor satisfacción y felicidad a través de programas que busquen la inclusión, la conexión entre los equipos, la capacitación constante y el bienestar general. El resultado serán trabajadoras más productivas, eficientes y comprometidas con lo que hacen, además de organizaciones empáticas y adaptadas a los tiempos que corren.
