Antonia Anastassiou de Fundación Mustakis
La reciente ola de incendios forestales en nuestro país ha dejado un rastro de devastación no sólo en términos de pérdida de biodiversidad y daños materiales, sino también en el profundo impacto emocional y psicológico en las familias afectadas, particularmente en los niños.
Desde Fundación Mustakis, observamos con preocupación cómo estos eventos traumáticos pueden marcar de manera significativa el desarrollo emocional y por ende integral de los más jóvenes. Estos niños, que han perdido no solo sus hogares sino también sus espacios de seguridad y normalidad, se enfrentan ahora a una realidad abrumadora y dolorosa. La atención se centra a menudo en la reconstrucción física y el apoyo material, pero ¿quién se encarga de sanar las heridas invisibles? La salud mental y el bienestar emocional de estos pequeños ciudadanos deberían ser una prioridad en nuestra respuesta como sociedad. Ellos son el futuro de Chile, y su capacidad para superar estas adversidades será fundamental en la construcción de una comunidad resiliente y compasiva.
En este contexto, el rol de la educación es crucial. Las escuelas no solo deben ser un espacio seguro donde se retome la normalidad, sino también un lugar donde se aborde el bienestar emocional que ayude a los niños a desarrollarse integralmente. Es imperativo integrar el desarrollo de competencias socioemocionales en el currículo educativo, garantizando así que estos niños reciban las herramientas necesarias para superar este tipo de experiencias.
Como sociedad, tenemos la responsabilidad de garantizar que ningún niño quede atrás en el camino hacia la recuperación y el bienestar.