Mauricio Henríquez, Gerente de Asuntos Corporativos de wpd Chile
Las energías renovables están tomando un rol cada vez más relevante dentro de la matriz y así lo demuestran las cifras: Del total de la electricidad producida a nivel local durante 2023, un 63% correspondió a este ítem, representando un aumento del 7% en comparación con el 56% alcanzado en 2022, según un informe elaborado por Generadoras de Chile. Además, el aporte de fuentes de energía eólica, hidráulica y solar tuvo varios hitos en el último tercio del año, con récords de más del 70% en septiembre, octubre y noviembre.
Aunque a primera vista esto significa un gran avance para las energías renovables y la anhelada transición energética, existen varios factores anexos que es necesario considerar y mejorar para que a futuro esto signifique un cambio real y Chile cuente con las condiciones habilitantes para ser 100% sostenible.
Esto, porque si bien se está produciendo una gran cantidad de energías limpias, buena parte de ellas no pueden utilizarse, ya que las restricciones del sistema y la actual normativa vigente han hecho que entre un 15% y un 20% de la energía renovable disponible no pueda inyectarse en las redes debido a congestiones y condiciones de operación de las mismas.
Es más, incluso aunque esa energía limpia logre inyectarse, ésta simplemente no se valoriza. Existen zonas del país donde el 50% de lo que se añade a la matriz tiene un costo cero, debido a un modelo de mercado eléctrico que (1) no se ha modificado en los últimos 40 años, (2) todavía posee un fuerte enfoque en la preponderancia de los combustibles fósiles y (3), no privilegia las fuentes limpias, a pesar de conocer sus múltiples beneficios tanto para el ecosistema como en términos económicos.
Sin ir más lejos, un reciente informe elaborado por la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), indica la necesidad de revisar y poner al día la regulación para mejorar el uso de los activos existentes, incluida la implementación de tecnologías que optimicen la capacidad de la red y permitan la participación de la oferta y la demanda en el almacenamiento de la energía.
Por ello, este 2024 supone un gran desafío donde es crucial actualizar nuestro mercado eléctrico para acelerar la transición energética y, por otro lado, modernizar el uso de la red adoptando las tecnologías disponibles para operar con el conocimiento y los avances del siglo XXI. Estamos hablando de herramientas que son fundamentales para aportar flexibilidad al sistema, especialmente a medida que aumenta la participación de energías renovables variables, como ocurrió este 2023.
La relevancia que han cobrado las energías renovables es un logro que esperamos que a futuro continúe al alza. Los datos nos muestran que vamos por buen camino, pero para que además esta transformación sea viable en la práctica, las respuestas que existen hoy en día no parecen ser tan evidentes. Para resolverlo, es fundamental contar con una nueva legislación que opere como soporte para los cambios más urgentes y en paralelo, una gestión efectiva que maximice el uso de los recursos disponibles y permita que el funcionamiento de la cadena completa, es decir, energía renovable inyectada en la matriz y utilizada en su totalidad por los usuarios finales. Sólo así podremos decir que Chile cuenta realmente con energías limpias y renovables.