Lucas Cantergiani, Cofundador de Ceroplas
Durante las últimas semanas, hemos sido testigos una vez más de los problemas que conllevan un mal manejo de los residuos domiciliarios. Visualizar toneladas de basura en las vías públicas, la generación de malos olores y los incumplimientos normativos, son solo la punta de un iceberg que denota una crisis profunda y estructural del modelo actual de manejo de residuos a nivel nacional.
Actualmente en Chile, el 58% de la basura de los hogares pertenece a la clasificación de “residuos” orgánicos, de los cuales se aprovecha menos del 1% de ellos. Lo que produce que, al llegar a los vertederos sin tratamientos previos, genere gases de efecto invernadero y agrave el cambio climático.
Es más, según el Reporte del Estado del Medio Ambiente 2022, sólo en 2020 se generaron casi 7,9 millones de toneladas de residuos municipales, es decir, un 1,03 kilos al día por persona, en promedio. De ese total de residuos municipales, un 47% corresponde a la Región Metropolitana.
En ese sentido, promover una óptima gestión de los residuos orgánicos y el compostaje a nivel comunitario es clave, y en definitiva, la mejor decisión para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía, educar a las próximas generaciones, fortalecer la agricultura y fomentar el empleo.
Afortunadamente, hay comunas que ya han tomado cartas en el asunto. Sólo esta semana, tres comunas de la Región de Ñuble inauguraron pilotos de compostaje de ramas y poda. Donde a través de la valorización de los residuos orgánicos, buscarán evitar la destrucción de los ecosistemas naturales de humedales, riberas de ríos y disminuir las quemas agrícolas vinculantes a incendios forestales.
Es tarea de todos contribuir en la separación de nuestros residuos de nuestros hogares, pero el gran trabajo son las gestiones que llevan a cabo las autoridades para generar las alianzas que nos permitan un manejo integral de los residuos orgánicos. Lo que indiscutiblemente será el principal puntapié para transformar nuestra conducta social y empresarial.