Jocelyn Ann Black, directora ejecutiva de Chapter Zero
Muchas veces pasamos más tiempo criticando si los negocios son o no verdes, en vez de buscar métodos que nos entreguen rigurosidad y nos alejen del greenwashing.
Por eso, la importancia del hito que marcó Chile con el lanzamiento de la Estructura de la Taxonomía Medioambientalmente Sostenible o Taxonomía Verde, una vía concreta que ya ha sido instaurada en la Unión Europea y en Latinoamérica toma fuerza, porque es una metodología que homologa y determina lo que es y no es, una actividad conciliable medioambientalmente.
La inversión, ha sido una de las palancas más relevantes para empujar la adaptación de los negocios a unos más responsables con la sociedad y el cuidado por el planeta. La Taxonomía viene a darle a esas inversiones parámetros, un lenguaje universal, una herramienta que facilita asignar flujos de capital a las actividades económicas que contribuyen y están por sobre la probabilidad de financiamiento en aquellas que queden por debajo del umbral de criterios técnicos.
Pero el lanzamiento de la estructura es sólo una etapa, ahora viene lo complejo: que todos los actores de lo público, privado, academia y sociedad, puedan colaborar, para que en el menor tiempo posible, tengamos una herramienta que nos represente en lo local, pero que atraiga en lo global.