Ignacio Parada, CEO y fundador de Bioelements
Hace pocas semanas, el Ministerio del Medio Ambiente presentó un proyecto de ley que promueve el reciclaje de residuos orgánicos en Chile. Un anuncio que tuvo como escenario el EcoParque Peñalolén, un pulmón verde santiaguino en donde se revalorizan toneladas de este tipo de desechos provenientes de ferias libres.
En la oportunidad participaron autoridades regionales, alcaldesas, representantes de organizaciones ambientales, así como la ministra Maisa Rojas. Aunque la presencia más importante y esperanzadora fue otra: la voluntad por avanzar hacia un futuro más respetuoso, ecológico y biobasado en nuestro país.
El proyecto en sí contempla la entrega de composteras a la ciudadanía y la implementación de una logística que permita el retiro de los residuos vegetales en los domicilios, con el fin de evitar su llegada a vertederos. “Por un lado, podremos alargar la vida útil de los rellenos sanitarios y disminuiremos la generación de metano, potente gas de efecto invernadero que contribuye al cambio climático. Además, al compostar, produciremos fertilizantes naturales”, dijo en la ocasión la ministra.
Esta iniciativa también implica la concientización sobre este tipo de gestión, dados sus beneficios, como indicó Rojas.“Hacer separación en origen tiene un tremendo potencial de educación ambiental, porque se mete a la cocina de nuestras casas, donde podremos ver cómo se transforma un resto vegetal en tierra con nutrientes que nos permite cultivar algo. Ese es un aprendizaje muy importante en un contexto de triple crisis ambiental: la de cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación”.
No caben dudas de que es una gran noticia para todos nosotros, ya que estas acciones, más allá de la segregación de residuos, acrecientan la participación activa de la comunidad en la gestión de sus desechos orgánicos. Una acción que en Chile no supera el 1%. Con esta iniciativa a nivel país, cada hogar tendrá la oportunidad de contribuir al proceso de reciclaje, reduciendo así su huella de carbono y ayudando a preservar nuestros recursos naturales.
Avanzar en esta línea es hacerlo a la par de las experiencias internacionales. Unas que si bien no son las mayoritarias en el mundo, sí muestran resultados positivos a la hora creer en ellas y ponerlas en marcha.
Austria es un caso notable a considerar, por la efectividad de su reciclaje de residuos vegetales. Más del 80% de su población se ve beneficiada de la recogida selectiva de residuos orgánicos, tanto en sus domicilios como en sus lugares de trabajo, transformándose en el primer país europeo con dicha cantidad de residuos compostados. Junto con eso, fomentan la producción de biogás a partir de residuos orgánicos, contribuyendo a la generación de energía renovable y a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Alemania es otro gran ejemplo a considerar. Sus índices con respecto al reciclaje de residuos domésticos alcanza el 70%, con sistemas de recolección de residuos orgánicos a nivel de hogares que, semanalmente, retiran contenedores especialmente entregados para ello. Lo anterior reduce significativamente la cantidad de residuos orgánicos que llegan a los vertederos, aunque eso no es lo más importante, pues también generan valiosos recursos agrícolas a través de las bondades del compostaje.
Canadá, específicamente en sus provincias de la Columbia Británica y Quebec, también se hace cargo de los residuos orgánicos con logística e ingenio. Aquí también se repite la iniciativa de recolectar sistemáticamente los residuos orgánicos para procesarlos en instalaciones de compostaje. Lo resultante se utiliza para mejorar la calidad del suelo en la agricultura y la horticultura, reduciendo así la necesidad de fertilizantes químicos y promoviendo una cultura de reciclaje a nivel comunitario.
El proyecto presentado por el Ministerio del Medio Ambiente es el avance hacia un futuro más respetuoso con el medio ambiente. Y quienes trabajamos con productos biobasados (en nuestro caso, bolsas, embalajes y films biodegradables) sabemos que es un paso agigantado en cuanto a sostenibilidad. Siguiendo los ejemplos internacionales, así como la naturaleza hace con maestría, hagamos de Chile un ejemplo de un futuro biodegradable, donde cada esfuerzo sea un aliciente hacia la renovación y la sostenibilidad.