Javiera Jalón Ovalle, Periodista, Magister en Comunicación Corporativa, Universitat de Barcelona.
Hace algunas semanas el Consejo de Normas Internacionales de Sostenibilidad (ISSB) publicó las nuevas normas de Divulgación NIIF S1 y NIIF S2. Este nuevo marco normativo busca incorporar en los estados financieros de las organizaciones información relacionada con los riesgos y oportunidades en materia de sostenibilidad. Por primera vez, los informes contables deberán incluir información no-financiera en sus reportes.
Esto marca un hito clave en el ecosistema empresarial: la sostenibilidad está tomando un papel cada vez más preponderante. Los inversionistas están necesitando información completa, medible y cuantificable para entender de qué manera los distintos factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG por sus siglas en inglés) pueden impactar en la proyección de las empresas en el futuro.
Este importante cambio normativo, que deberá ser adoptado por los reguladores de cada país, presenta varios desafíos. El primero es compatibilizar estas nuevas normas con los estándares internacionales de divulgación en materia de sostenibilidad que ya existen, como el estándar de Global Reporting Initiative (GRI).
Tanto GRI como la Fundación IFRS (International Finance Reporting Standards) se comprometieron a trabajar juntas para garantizar que ambos estándares sean complementarios e interoperables, de hecho, GRI ya está trabajando en una enmienda dentro de sus estándares para avanzar en esa línea.
El segundo desafío es la implementación efectiva de estas normas, es por eso que ISSB anunció que va a crear un Grupo de Implementación de Transición para el desarrollo de capacidades y apoyar a las empresas en la implementación de estas normas.
Y el tercero, y más grande, es que las empresas deberán realizar un cambio organizacional que va más allá de la capacitación y la redefinición de procesos para cumplir con las nuevas exigencias; deberán construir una nueva cultura capaz de acoger que la forma de hacer negocios cambió, que una empresa para proyectarse en el tiempo no solo debe ser rentable, debe, además, estar alineada con los criterios y dimensiones ESG.
No se trata que las organizaciones hagan todo lo relacionado con ESG, porque eso es arriesgarse a perder el norte, y eso impactaría en el negocio. El desafío es otro, es construir un Propósito Corporativo acorde a los nuevos desafíos de la sociedad actual, y con ello cumplir un doble objetivo: rentabilidad y sostenibilidad, alineado con los criterios ESG.
Las nuevas normas NIIF invitan a las empresas a definir de qué manera su Propósito Corporativo, su “razón de ser” es capaz de poner las dimensiones financieras y sostenibles en el mismo carril. Construir ese doble propósito es, sin duda, el paso a seguir si es que las organizaciones buscan proyectarse hacia el futuro.