Arturo Celedón, director ejecutivo Fundación Colunga
Quienes trabajamos por el bienestar de la niñez esperábamos atentos los datos que arrojaría la nueva encuesta Casen. Afortunadamente, trajo una buena noticia: baja relevante de la pobreza por ingresos (6,5%) y de pobreza multidimensional (16,9%) en los hogares de Chile. Si bien los datos de este año requieren más análisis, nuevamente la pobreza infantil es mayor que la población general: los niños y niñas entre 0 y 3 años presentan la mayor pobreza por ingresos (12,2%), seguido del grupo de 4 a 17 años (10,1%).
Más allá de la pobreza por ingreso, la Casen aún nos dice poco de la pobreza infantil. Nos habla de las familias donde viven los niños, pero no de los niños en sí, porque la unidad de análisis son los hogares, y las variables estructurales que están detrás de la pobreza afectan de forma distinta a adultos que a niños y niñas.
La Casen es clave para diseñar las políticas sociales, pero es poco sensible a las necesidades de la niñez. Por eso es necesario avanzar hacia mediciones multidimensionales de la pobreza infantil y mantener mediciones valiosas como Encuesta Longitudinal de Primera Infancia (ELPI), la Encuesta de Polivictimización y la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA). Del mismo modo, urge realizar la Encuesta de Salud de Infancia y Adolescencia Temprana, que muestra el crecimiento y desarrollo, salud mental oral, nutrición, actividad física de niños y niñas, planificada para 2022, pero que fue suspendida por falta de financiamiento.
Necesitamos mejores mediciones, que capturen las particularidades de la niñez para tomar buenas decisiones de política pública. Solo así podremos poner el bienestar de la niñez en el centro del desarrollo de Chile.