Este invierno se avizora complejo en términos meteorológicos para Chile, en un año que estará marcado por la presencia del fenómeno de El Niño. El primer sistema frontal de la temporada fue devastador para la zona centro y sur del país, generando desbordes de ríos, aluviones, rutas cortadas, miles de casas destruidas o dañadas, personas aisladas, damnificadas y también víctimas fatales, entre otros daños.
Frente a estas emergencias, que podrían repetirse no solo durante esta estación, sino que en futuras temporadas, agudizadas por efecto del cambio climático, WWF Chile realizó un llamado a prepararse con una mirada de largo plazo e incorporando las llamadas Soluciones basadas en la Naturaleza. En general, éstas corresponden a acciones para conservar la biodiversidad y proteger los servicios de los ecosistemas que también aportan al bienestar humano, incluyendo salud, seguridad, y otros aspectos.
“Es claro que hay acciones de corto plazo, que se deben implementar de forma urgente, pero también la alta vulnerabilidad a fenómenos climáticos que tiene Chile hace imprescindible ir más al fondo, analizar con detención las causas de estos desastres socioambientales y generar políticas públicas que permitan estar mejor preparados. En este sentido, una acuciosa planificación territorial, en cuanto a los lugares en donde las personas emplazas sus viviendas, por ejemplo, es un aspecto esencial”, señaló Ricardo Bosshard, director de WWF Chile.
“Lo que hemos podido ver en estas últimas emergencias por lluvias muestra claramente cómo la deficiente planificación y el olvidarnos de la presencia y la importancia de la naturaleza en nuestros entornos trae graves consecuencias, principalmente sobre comunidades social y económicamente más vulnerables”, agregó.
Frente a esto, un elemento clave para generar resiliencia en los territorios son las llamadas Soluciones Basadas en la Naturaleza, las que consideran iniciativas de conservación y restauración de ecosistemas, entre otras acciones. Las recientes inundaciones hacen recordar que, por ejemplo, los incendios forestales provocan pérdida de la cubierta vegetal de los suelos, agravando procesos de erosión y escorrentía superficial, es decir, aumenta el flujo de agua sin nada que pueda frenarla. Entonces, fuertes lluvias, sumadas a la erosión y la pendiente, generan condiciones propicias para aluviones o aludes.
Por otro lado, estudios indican que plantar árboles alrededor de los ríos puede reducir hasta en un 20% las inundaciones en ciudades, al reducir la velocidad de las aguas lluvias.
“En este punto, las últimas precipitaciones nos han recordado la importancia de los bosques en la adaptación al cambio climático, y la importancia de acelerar la falta de restauración de bosques nativos, tarea para la cual ya existe un plan nacional a escala de paisajes, pero necesitamos una implementación urgente, con participación de las comunidades. Por otro lado, si bien también son necesarias, las iniciativas de infraestructura gris no son suficientes frente a la magnitud del desafío climático, por lo tanto, llamamos a avanzar hacia Soluciones Basadas en la Naturaleza, que junto con reducir los riesgos sobre las personas y comunidades, también tienen impactos positivos en los mismos ecosistemas”, puntualizó Bosshard.
Al efecto positivo de los bosques frente al exceso de aguas lluvias, evitando escorrentías, desprendimientos de tierra y daños asociados, se suman también los humedales. Así, junto con aumentar la resiliencia de las comunidades frente a impactos derivados de la crisis del clima, los ecosistemas saludables revitalizan la biodiversidad y ayudan a detener el cambio climático.
