Gerardo Wijnant, Responsable Impacto y Ecosistema Banca Ética Latinoamericana
El sábado 1 de julio es el “Día Internacional de las Cooperativas” y este año el movimiento cooperativo internacional ha querido resaltar el aporte de este esquema de economía social al desarrollo sostenible. Esto responde a que la esencia de sus principios y valores son coherentes con la necesidad de una economía que equilibre adecuadamente los factores sociales, económicos y ambientales. El modelo cooperativo nos invita a repensar la forma que desarrollamos la actividad económica, pues nos provee de un buen y notable ejemplo de trabajo en colaboración, compromiso, construcción en común y solidaridad para con sus asociados y a su vez, respeto por todo lo que implica su entorno.
Este esquema cooperativista asociativo, de alto compromiso con un desarrollo sostenible, cobra cada vez más relevancia en Latinoamérica. Se han ido formando nuevas cooperativas, en especial, por personas jóvenes, que han percibido en esta forma de organizarse, una manera más horizontal, respetuosa y equitativa de desarrollar actividades o resolver problemáticas que les afectan. Juntos generan una real y genuina participación para dar respuestas adecuadas, que contribuyan a una mayor equidad y realización personal y comunitaria. En el tiempo que vivimos esto es una gran posibilidad de avanzar en la creación de una nueva realidad basada en valores y sentido.
Una cooperativa es, según la ACI (Alianza Cooperativa Internacional), “una asociación autónoma de personas que se han unido de manera voluntaria para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales en común mediante una empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática”. La misma entidad declara que existen más de 3 millones de cooperativas en el mundo, que contribuyen a un crecimiento económico sostenible y a un empleo estable y de calidad.
Los valores específicos de las cooperativas son la autoayuda y ayuda mutua, la autorresponsabilidad, la democracia, la igualdad, equidad y la solidaridad. Del mismo modo, las cooperativas practican algunos valores que comparten con otras empresas, como son la honestidad, la transparencia, la responsabilidad social y la preocupación por los demás.
La Banca Ética, como modelo de financiamiento colaborativo, es un actor relevante para solucionar el acceso a financiamiento de muchas actividades que realizan las cooperativas; y así ya lo está haciendo, acogiendo y entendiendo las propuestas y desafíos que surgen desde ellas. Son de total coherencia con la generación de impactos positivos y debemos ser receptivos y aportar al fortalecimiento de una economía basada en organizaciones que contribuyan decididamente al bien común.