“Uno de los principales desafíos es comenzar ahora y no asumir que podemos seguir postergando este problema. Hemos tardado demasiado en comprender la magnitud del desafío y la importancia de abandonar prácticas y tecnologías dañinas que agravan el problema”, enfatizó Gonzalo Muñoz en conversación con Dairo Sustentable. “Si no, no nos encaminamos en la trayectoria adecuada, la economía mundial sufrirá importantes pérdidas en el PIB por diversas razones”, agregó el Cofundador Manuia.
¿Qué impacto tiene la neutralidad de carbono en la economía? ¿Existen oportunidades económicas asociadas con la transición hacia una sociedad “Net Zero”?
El impacto de la neutralidad de carbono en la economía es múltiple. Lo primero y más importante es comprender que la necesidad de abordar este objetivo de cero emisiones netas antes del 2050 marca una urgencia significativa que debemos entender.
Hablamos de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas antes del 2050, lo cual implica una urgencia asociada a riesgos enormes para la economía. Si las personas, empresas y países no logramos este objetivo, y no nos encaminamos en la trayectoria adecuada, la economía mundial sufrirá importantes pérdidas en el PIB por diversas razones. Estas incluyen el aumento de enfermedades y muertes, deterioro de infraestructuras críticas, pérdidas logísticas y fragilización de la producción de alimentos, problemas de sequía, entre otros. En resumen, es fundamental comprender la urgencia de lograr la neutralidad de carbono antes del 2050, ya que su incumplimiento acarrearía graves consecuencias económicas, sociales y ambientales a nivel global.
¿Cuáles son los principales desafíos para alcanzar una sociedad “Net Zero”? ¿Cómo pueden abordarse estos desafíos?
A ver, uno de los principales desafíos es comenzar ahora y no asumir que podemos seguir postergando este problema. Hemos tardado demasiado en comprender la magnitud del desafío y la importancia de abandonar prácticas y tecnologías dañinas que agravan el problema. Por lo tanto, debemos adoptar más rápidamente las tecnologías que nos permitan avanzar hacia soluciones sostenibles, aprovechando todas las oportunidades.
El segundo desafío es establecer una trayectoria clara. Debemos alcanzar un punto máximo de emisiones, lo que implica abandonar radicalmente los modelos de dependencia de combustibles fósiles, no solo en la generación eléctrica, sino también en otras necesidades energéticas. Los modelos de transporte, industria que requiere altas temperaturas y que actualmente utiliza combustibles fósiles, todos ellos deben migrar hacia alternativas renovables y limpias. En gran medida, estas alternativas ya existen y están comenzando a ser altamente competitivas en términos de costos, como ya hemos visto en el caso de las energías renovables en la generación de electricidad.
Es clave acelerar estas trayectorias, ya que cada minuto que demoremos pone en peligro la viabilidad de lo que estamos proyectando. La sociedad en su conjunto debe cambiar su cultura, pasando de creer que la naturaleza puede absorber cualquier impacto que generemos, a comprender que debemos ser una especie cuidadosa y amorosa con nuestro entorno. Debemos dejar de causar impactos dañinos y aspirar a alcanzar la neutralidad de carbono, lo que nos brinda la oportunidad de recuperar los servicios ecosistémicos que hemos deteriorado. Es necesario dejar de enfocarnos en buscar agua en Marte y destinar esos recursos a recuperar nuestros propios recursos de agua, que en muchos casos están gravemente afectados por nuestra actividad. Debemos cambiar el enfoque y aprovechar las oportunidades de verdadero desarrollo que implica la restauración de nuestro entorno.
La tercera es bastante evidente, ¿no es así?, si no alcanzamos ese punto, todas las trayectorias de aumento de temperatura y los ciclos dañinos de los ecosistemas nos conducirán a un planeta fundamentalmente inhabitable en múltiples dimensiones. Esta inevitabilidad no solo encarece todo, escasea los recursos y dificulta todo, sino que también aumenta los niveles de desigualdad y desestabiliza las democracias.
Generan una serie de problemas sociales adicionales, tanto en salud, vivienda, agua y alimentación. Todo se vuelve considerablemente más crítico y amplifica una serie de problemáticas geopolíticas que ya estamos presenciando y que podrían agravarse en cualquiera de estos escenarios en los que no apuntemos a 2050.
Siempre es importante hablar en términos de plazos, ya que la neutralidad de carbono para el año 2100 no nos sirve. Incluso la neutralidad de carbono para 2070 no es suficiente. Nuestro objetivo es alcanzar la neutralidad de carbono para 2050.
¿Cuál es el papel de las empresas en la transición hacia la neutralidad de carbono?
Las empresas hoy en día han comprendido en gran medida que no asimilar la crisis climática es extremadamente riesgoso. Este riesgo abarca diversos ámbitos, incluyendo la amenaza a los activos físicos y el impacto en la salud y el bienestar de los entornos naturales en los que operan. El aumento de la temperatura y los fenómenos climáticos extremos, especialmente las olas de calor, debilitan la estructura social en la que se basa el desarrollo empresarial. Esto lleva a las empresas a reconocer que es financieramente riesgoso anclar sus tecnologías, propuestas de valor y modelos de negocio en actividades o tecnologías que contribuyan al agravamiento de la crisis climática.
En cambio, es mucho más seguro, lógico y coherente que las empresas adopten modelos de negocio estructurados en torno a la medición, gestión y progreso hacia las emisiones netas cero. Esto implica desarrollar estrategias que permitan reducir y compensar las emisiones de gases de efecto invernadero, así como avanzar hacia una economía baja en carbono. Al abrazar este enfoque, las empresas no solo minimizan los riesgos financieros asociados con la crisis climática, sino que también se posicionan para aprovechar las oportunidades que surgen de la transición hacia una economía sostenible.
Nuestra matriz eléctrica ha encontrado un sólido respaldo en las empresas comprometidas con esta transición, a pesar de las dificultades que conlleva. Es innegable que actualmente reconocemos la importancia de mantener la estabilidad de nuestra matriz eléctrica y, con ello, la necesidad de desarrollar modelos de transición en transmisión y almacenamiento que nos permitan realizar esta transición a la velocidad requerida, al mismo tiempo que generamos oportunidades.
Estas oportunidades incluyen no solo el almacenamiento de electricidad limpia, sino también la transformación de esa electricidad en hidrógeno verde y sus derivados. Ya estamos viendo los primeros indicios del surgimiento de una industria social de hidrógeno verde, que es un sector tremendamente prometedor, con múltiples actores y diversas oportunidades relacionadas con los diferentes productos derivados que transportarán este hidrógeno verde.
Además, tenemos la posibilidad de transformar nuestra industria de amoníaco, pasando de utilizar amoníaco gris a amoníaco verde, lo que nos permitiría potencialmente convertirnos en un país exportador de este producto en lugar de ser un importador.
En el ámbito de la movilidad limpia, hemos presenciado avances significativos en términos financieros, operativos y regulatorios. Por ejemplo, hemos experimentado una transición en el transporte urbano hacia opciones más limpias, con un creciente porcentaje de vehículos eléctricos. Además, se está produciendo una transformación en la micromovilidad, como el uso de bicicletas, triciclos y, en algunas ciudades, scooters, que ofrecen opciones de última milla más accesibles, económicas y respetuosas con el medio ambiente. También estamos observando cambios en el transporte de carga en la última milla, donde los vehículos utilizados para la entrega de paquetes están evolucionando hacia opciones más limpias. Todo esto se acelerará en el transporte limpio, respaldado por una gran innovación en productos, servicios, tecnologías y modelos de negocio impulsados tanto por el sector empresarial como por el sector financiero que favorece estas tecnologías y enfoques.
En definitiva, estamos presenciando un ecosistema en constante evolución, donde también emergen startups que promueven cada vez más estas tecnologías. Además, veremos soluciones basadas en la naturaleza, que abordan la necesidad de capturar el carbono presente en la atmósfera y limpiarlo a través de servicios ecosistémicos y el uso sostenible de los recursos naturales. Esto abarca desde el ámbito forestal hasta la alimentación, la moda y la construcción.
¿Qué medidas pueden tomar las empresas para reducir sus emisiones y lograr la neutralidad de carbono?
Lo primero es comprender su nivel de exposición. Esta exposición debe traducirse en modelos de transparencia tanto interna como externa, para luego tomar medidas de manera inmediata. En este sentido, existen oportunidades rápidas para aumentar la eficiencia, reducir costos y adoptar tecnologías virtuosas en diversos ámbitos. También se puede acceder a recursos financieros más convenientes que incluyen este componente.
Así, se puede entrar rápidamente en un ciclo virtuoso, aunque esto dependerá de cada empresa y existen múltiples dimensiones en las que se pueden encontrar oportunidades, basadas en la evidente evolución acelerada del mundo hacia un enfoque sostenible. Quedarse anclado en las tecnologías del siglo pasado o resistirse a esta agenda solo provocará una pérdida de competitividad para la empresa.