Paula Araya, Gerente General de The Body Shop Chile.
Es indiscutible que en la última década la conciencia por ayudar al planeta a que esté cada vez más libre de residuos y material tóxico se ha instalado en la mayoría de los países, tanto como tema de conversación en grandes mesas hasta en las políticas pública y privadas en distintas industrias. Esto ha hecho que cada vez más la sociedad adopte hábitos que aportan en esta línea, desde separar envases en casa y llevarlos a reciclar hasta optar por compostar domésticamente, demuestran que la educación y el interés por la sostenibilidad aumentó considerablemente.
En el caso de las empresas y las marcas, se ha instaurado diferentes formas para contribuir a este propósito. Un trabajo interno para generar la conciencia necesaria para que el negocio no dañe, como pasó durante muchos años, al ecosistema. Un ejemplo de ello es la industria de la cosmética, donde los programas de reciclaje de sus envases se ven con mayor frecuencia. Sin embargo, actualmente la tendencia global del movimiento “refill” se ha vuelto una opción muy atractiva e interesante.
En la última década, el crecimiento de esta tendencia de recarga de productos se ha instaurado en varios países y el motivo de su aumento se explica porque enfrentamos desafíos ambientales cada vez más urgentes y las industrias -como la cosmética- deben trabajar mancomunadamente con los usuarios para promover prácticas más sostenibles y reducir nuestro efecto en el medioambiente.
La venta a granel de productos cosméticos y de higiene personal ha sido una opción que muchos gobiernos y organismos reguladores han adoptado a nivel global para reducir los residuos plásticos y promover la sostenibilidad en el sector. Sin embargo, desde 2002 en Chile está vigente el decreto 239 del Ministerio de Salud que impide que los productos cosméticos y de higiene personal se vendan a granel. Esta determinación no solo afecta a la industria sino también plantea un desafío para los consumidores. Comercializar los productos cosméticos a granel, sería una alternativa atractiva para comprar cantidades personalizadas, reducir los residuos y ahorrar dinero. Con la prohibición, se dificulta que los usuarios accedan a productos específicos en cantidades acorde a sus necesidades.
En general, los consumidores de las multiindustrias existentes cada vez demuestran mayor interés por contar con opciones más sostenibles y ecoamigables. Combinar la venta a granel con envases reciclables o reutilizables es una opción en muchos mercados y funciona. Las marcas adoptan sistemas de recarga, los clientes reutilizan envases y se abastecen de productos en puntos de venta específicos. Sin duda, esta práctica lograría una reducción significativa de residuos.
Entonces, en vez de mantener esta medida de prohibición, podríamos pensar en soluciones equilibradas que promuevan la sostenibilidad sin impactar negativamente. Si bien las marcas y la industria adoptan un papel relevante en la promoción del movimiento “refill”, los consumidores también. Y al entregarles alternativas de recarga, se enviaría un claro mensaje, como industria, de que nos ocupamos (más que preocuparnos) por la sostenibilidad. Asimismo, al educarnos y enseñar sobre cómo reciclar adecuadamente y hacer un uso responsable de los productos cosméticos, podemos maximizar el impacto positivo que podemos tener como individuos.