Catalina Araya Lira, Directora de Educación de Fundación País Digital
Hace 134 años nació una niña llamada Lucila en la localidad de Vicuña. Con el paso del tiempo, se formó como profesora normalista y tiempo después, bajo el seudónimo de Gabriela Mistral – que acuñó en homenaje a sus dos poetas favoritos, Gabriele D’Annunzio y Frédéric Mistral-, se convirtió en la primera premio Nobel chilena y latinoamericana.
En reconocimiento al natalicio de esta docente, cuya máxima de vida fue “enseñar siempre: en el patio y en la calle como en la sala de clase”, se conmemora desde 1998 cada 7 de abril, como el Día de la Educación Rural. De acuerdo a datos del Ministerio de Educación (MINEDUC), 831.000 estudiantes correspondientes al 21% del total de estudiantes en Chile, viven en sectores rurales.
Desde Fundación País Digital prestamos especial atención a la educación rural desde una perspectiva tecnológica, esto para apoyar el proceso de desarrollo económico, laboral y social de las comunidades a largo plazo. Trabajamos desarrollando un enfoque de competencias para el siglo XXI, entendiendo las particularidades de cada escuela a la que hemos llegado, bajo la premisa de baja escala y alto impacto en la vida de los estudiantes. Acercar la tecnología a estos espacios permite atender la diversidad de estilos y ritmos de aprendizaje, como también, los distintos niveles que conviven en una misma sala de clases.
Ejemplo de ello es el trabajo que realizamos en la escuela Las Vacas de Caimanes, situada en la comuna de Los Vilos, en la Provincia de Choapa de la Región de Coquimbo. En este lugar y de forma conjunta con el profesor del establecimiento, construimos una estrategia que permitió acercar a sus alumnos a distintos espacios de aprendizaje que utilizan internet, así como también a herramientas que para ellos eran desconocidas hasta este momento y entre las que se cuentan, por ejemplo, Duolingo, una plataforma enfocada en los aprendizajes de idiomas. Esta aproximación logró transformar su forma de aprender inglés, y con eso, su motivación y predisposición al aprendizaje.
Otro caso es el proceso de reconstrucción que comenzamos a desarrollar junto a Desafío Levantemos Chile en las escuelas Colico Alto y Colico Bajo, en la comuna de Santa Juana, ubicada en la provincia de Concepción, Región del Biobío ambas afectadas por los incendios que azotaron al país en el mes de febrero. Este plan, que considera diversas etapas, también cuenta con un componente de conectividad y espacios experimentales con tecnologías que beneficiará a sus estudiantes.
A través de ambos ejemplos es posible ver cómo las alianzas y las relaciones articuladas con el sector público y privado son una pieza fundamental para el desarrollo de la educación rural.
Hemos avanzado enormemente en los últimos años, por lo que es fundamental seguir trabajando en los dos pilares que cimientan la columna vertebral de un país digital; el primero mediante la conectividad de última milla en los lugares rurales más remotos de nuestra geografía, y el segundo, cumpliendo con la máxima de Mistral, a través de la enseñanza; herramienta que permite el desarrollo de nuevas habilidades y competencias en las personas.
En materia de desarrollo de nuestro país y de acuerdo al estudio realizado por País Digital “Brechas de Uso de Internet”, en Chile un 57,9% de la población rural contaba con conexión a la red, versus un 81% de la población urbana. De lograr reducir estas distancias de desarrollo tecnológico y la formación del capital humano, se podrían sumar US$13 mil millones en el PIB dentro de 7 años, como afirma el estudio Future Workforce (2020) desarrollado por Accenture y País Digital.
Poder acercar el desarrollo de competencias digitales para estudiantes y digitalización no sólo es mejorar la calidad de vida de nuestros habitantes y fortalecer la economía local, es también hablar de una mayor inclusión y la posibilidad de empoderar a miles de chilenos fortaleciendo así la formación de los futuros ciudadanos en concordancia con las necesidades del mundo digital en el cual vivimos.