Gerardo Wijnant, Responsable de Impacto y Ecosistema Banca Ética Latinoamericana
El 22 de abril se conmemora el Día de la Tierra y la situación del planeta sigue lejos de ser la ideal. Nuestro país también tiene una gran deuda al respecto. Si no resguardamos nuestros recursos naturales y no buscamos regenerar los ecosistemas, no habrá sustento para las futuras generaciones. Tenemos una gran obligación moral y ética de respeto hacia ellas y si no tomamos conciencia, no habrá vuelta atrás.
Uno de los temas relevantes, es que escuchamos, de manera persistente, la necesidad de lograr mayor crecimiento económico como país y se presentan cifras, ideales para los años siguientes, pero se discute poco acerca del contenido del mismo, es decir, cómo se construye esa cifra. Sólo hablamos de un número, pero detrás de esa cifra ¿qué hay? ¿cómo se asegura que ese crecimiento sea sostenible y genere equidad?
Siendo esto cierto, podemos apreciar algunas buenas noticias en esta línea. Sin entrar en mayor detalle, la decisión de suscribir el Acuerdo de Escazú es una gran noticia para colocar parámetros necesarios que permitan proteger, de manera más adecuada nuestros ecosistemas, a través de asegurar el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia en asuntos medioambientales. Esto es un incentivo a que los proyectos de inversión y el trabajo de las empresas estén enfocados en apreciar estos aspectos y resguardarlos. Esto va en la dirección correcta pues genera las certezas de qué estilo de crecimiento necesitamos hoy y por tanto el consecuente desarrollo que realmente pueda ser sostenible.
Otro avance importante, pero, además, tema de preocupación, es la pronta entrada en vigencia de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP) en lo que refiere a recolección y valorización de envases y embalajes, que es el segundo producto prioritario en esta ley. Sin embargo, las empresas que han adherido a un sistema de gestión de residuos son pocas y falta interacción entre todos los agentes económicos involucrados. El primer año las metas van desde el 5% al 48% dependiendo de cuales tipos de materiales se trata, si son domiciliarios o no, para el total de residuos de envases y embalajes que generan. De aquí se deriva la importancia de estructurar los esquemas y las alianzas con municipios, esenciales para la aprobación de los planes de gestión por parte del Ministerio de Medio Ambiente. La lentitud que se constata urge a que se tome más conciencia del tema y se avance de manera rápida en la implementación. A la vez muchas empresas medianas y pequeñas aún no saben en qué les afecta esta ley y estas empresas pueden ser sancionadas al no estar dentro de un sistema de gestión, colectivo o individual.
Dicho lo anterior, se convierte en un imperativo urgente, potenciar el financiamiento y canalizar la inversión en empresas y organizaciones que ubican los criterios de sostenibilidad en primer lugar y se suman prontamente, como en este caso, al desafío que implica la Ley REP. Ese es uno de los focos que tiene Banca Ética, como plataforma de soluciones de financiamiento, al ser la primera institución financiera con lineamientos 100% éticos en Chile y con presencia ya en otros países de Latinoamérica.
Nuestro desarrollo como país ha sido desigual y ahora tenemos oportunidades de mejora. Entonces, se hace necesario revisar nuestras políticas económicas y sociales destinadas a disminuir brechas de equidad, compatibilizando con el adecuado cuidado del planeta. La Banca Ética es una realidad cuyos fundamentos ya se integran con mucha atención, porque cada vez más actores, en variados sectores económicos y sociales, comprenden que para que podamos vivir en equilibrio en este planeta es urgente que nos preocupemos de todo aquello que nos atañe, tanto internamente en la organización, como hacia el exterior, con todos nuestros grupos de contacto o stakeholders. Ese es el tipo de organizaciones que este proyecto desea apoyar a través del uso consciente del dinero, canalizándolo hacia actividades de impacto positivo en lo social, ambiental y cultural.
El crecimiento económico es bienvenido, pero con el marco de referencia que nos entrega el aporte real y cuantificable hacia el bien común y el cuidado de nuestra Tierra.
Es sólo de esta manera que lograremos alcanzar una sociedad más digna, equitativa, inclusiva y, por cierto, sostenible en el más amplio sentido de la palabra. En esto estamos comprometidos y seguiremos con fuerza por respeto y agradecimiento a todo lo que nos entrega nuestra Tierra.