Caroline Vlerik es economista de la Universidad de Amberes, Bélgica con un MBA de Harvard Business School, USA y actualmente es CEO y fundadora de Bloody Green. Empezó su carrera en JP Morgan, Nueva York como Trader en derivados financieros. Después de su MBA, se incorporó en Mckinsey & Company, como consultora en Bruselas. Ha sido gerente general en varias compañías de Retail en España (Grupo Cortefiel) y Brasil (Natura).
¿Cuáles creen que son los desafíos relacionados a los criterios ESG/ASG?
Para mí, lo más desafiante es determinar cómo lograr que los clientes prefieran productos o servicios de compañías que incluyen criterios reputacionales ESG, y que se vinculan con los ámbitos del medio ambiente, social y gobernanza en sus procesos de producción. Lo anterior, también se extiende a las áreas de abastecimento de ventas, sea B2B o B2C. Todavía falta mucha concientización, para que la comunidad pueda comprender por qué este tipo de productos -a largo plazo- son en pos del planeta y la sociedad, pero también, económicamente mejor que otros. Además, ya sea por desconocimiento, porque no destacan en el punto de venta o por su alto costo, aún es difícil que un consumidor lo prefiera. Entonces el reto es desde el consumidor, cómo asegurarnos de que a la hora de comprar, éste opte por este tipo de productos.
Reforzando el punto anterior, actualmente el entorno económico no permite que todos los chilenos, aunque le gustase comprar alternativas más sustentables, puedan hacerlo, pues a menudo estos tienen un valor más alto. Entonces, el segundo elemento es cómo, en este contexto desafiante, vamos a poder posicionarnos, siendo que el costo de venta es más alto; hacer que se escoja una opción más sustentable, versus otro más económico y accesible para las personas, pero que no ofrece el impacto positivo para la naturaleza y sociedad en su conjunto. Acá la clave es entender que finalmente la diferencia entre los costos es marginal, versus el beneficio a largo plazo que tienen estos bienes que incorporan los citados criterios ESG.
Cuando uno mapea los criterios ESG y quiere medir el impacto real de su emprendimiento resulta muy difícil que estos impactos se midan de manera que se puedan comparar; que los consumidores lo entiendan.
¿Cómo ha sido la experiencia desde Bloody Green?
Desde Bloody Green, sabemos de primera mano los resultados de posicionar un nuevo producto que sea sustentable, lo que trae de por si beneficios para el planeta, pero también estamos concientes de que es complejo explicar e incentivar a los consumidores a que prefieran una alternativa alineada con los criterios ESG. Aquello también implica un cambios de hábitos, y que suelen ser efectivos cuando estos se extienden en el tiempo.
¿Cuáles creen que son las principales barreras?
Creo que desde la perspectiva legislativa y de normas jurídicas existe mucho camino por recorrer. Por que si bien las dimensiones ESG han adquirido mayor relevancia en el mundo empresarial, es clave avanzar en iniciativas que brinden accesos para que las empresas que aun no han iniciado la creación de soluciones en esta línea, sí lo hagan.
Desde esa perspectiva, es importante que -de manera transversal- situemos a la economía circular al centro, para así aumentar nuestra capacidad de crear soluciones -sean productos o servicios- que estén en sintonía con las exigencias de la ciudadanía que está ávida de soluciones más sostenibles.
De hecho, un estudio desarrollado por GFK Chile en 2022 determinó que el compromiso ambiental se posiciona como un potencial deseable de consumo entre los chilenos, donde un 74% declara que si una marca se hiciera responsable de su impacto ambiental compraría más de sus productos. Entonces, respondiendo a la pregunta, creo que debemos entender la sustentabilidad, junto con tomar decisiones que se sustenten en la ética y responsabilidad empresarial. Lo importante es hacerse cargo de los impactos, pero desde una perspectiva de futuro en torno a los criterios reputacionales que hoy responden a las inquietudes y preocupaciones de las personas.