María Isabel Muñoz, directora de la Cámara de Comercio Asia Pacífico y vicepresidenta del Foro de Comunicación Corporativa FOCCO y directora de Fundación Comunidad para el Desarrollo Sostenible.
Nuestro país, claramente se encuentra en el radar de aquellos territorios vulnerables o que potencialmente pudieran ser más afectados por los efectos del Cambio Climático. Qué duda cabe.
Desde la ventosa Patagonia se realizan esfuerzos silenciosos pero enormes para contener una sequía que pudiera afectar a cientos de miles de ovejas, y todavía desde la zona centro-sur, una interminable cortina de humo, cenizas y desolación parecieran ser las imágenes y señales estivales que nos enrostra la naturaleza evidenciando la urgencia en materia climática y territorial para este angosto y fracturado país.
Se acabó entonces el tiempo de política pública intermitente, desacoplada y más bien reactiva. El actual contexto y afectación de nuestra población tampoco admite ampararnos sólo en el buenismo lingüístico y el enfoque consciente. Cualquiera sea la terminología imperante, no es suficiente ni coacciona las coordinaciones y las soluciones críticas que hoy necesitamos empezar a activar.
Nuestro desafío, entre muchos será poder gestionar Interagencialmente nuestra realidad inminente, por una parte sin obstaculizar el crecimiento, pero asegurando el desarrollo de negocios y proyectos que cumplan con estándares esperables en materia económica, social y ambiental. Es cierto que distintos países enfrentan distintas responsabilidades en razón de la llamada “desigualdad de carbono”, pero para mover la aguja, todos las naciones tendrán que adaptar la hoja de ruta global a su propia realidad local, disponibilizando herramientas concretas de gestión y monitoreo regional y sectorial.
En esa línea, adhiriendo a la Estrategia Climática de Largo Plazo, como instrumento reconocido en el Acuerdo de París, Chile se ha comprometido con la comunidad internacional y a través del marco jurídico nacional una actuación seria y exhaustiva en materia medioambiental. De cara a la Ley Marco 21.455 de Cambio Climático, promulgada el 13 de junio de 2022, el actual Gobierno y las administraciones venideras deberán correr una posta contra reloj para empujar coordinadamente los 12 planes sectoriales de adaptación, sin freno de mano y mirando con determinación hacia el futuro. La lupa tendrá que estar focalizada en objetivos, metas e indicadores específicos de mitigación y adaptación a mediano plazo, conforme a lo establecido en la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) y los lineamientos ad-hoc para las acciones transversales de adaptación y mitigación.
Es indiscutible que hemos avanzado, y aquí nuestra carta de navegación está claramente contenida en el Reporte de Acción Nacional de Cambio Climático. (RANCC) elaborado por el Ministerio del Medio Ambiente, en coordinación con el Equipo Técnico Interministerial para el Cambio Climático, que de manera consolidada contiene las políticas, planes, programas, normas, acciones y medidas, contempladas tanto en instrumentos de gestión del cambio climático o aquellas propuestas por otros organismos públicos, a objeto de monitorear e informar respecto del estado de avance en el corto plazo.
En síntesis, la a) Adaptación y b) Mitigación, que consideran todas aquellas medidas contenidas en los Planes Sectoriales de Adaptación y lo propio de los planes, programas, proyectos, normas y actos administrativos de carácter general, c) Medios de Implementación, a partir de acciones tendientes a implementar el desarrollo y transferencia tecnológica, creación y fortalecimiento de capacidades y financiamiento, y d) Gestión del cambio climático a nivel regional , serán las fases claves y parte de la ecuación autodeterminada de Chile bajo el alero del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad y el Cambio Climático. que para estos fines será actualizado cada dos años.
La línea base y los diagnósticos ya son bastante conocidos. También los anuncios para aplicar a los respectivos ministerios en la elaboración y ajuste de planes específicos en materia de biodiversidad -incluyendo ecosistemas terrestres y marinos. La agenda considera igualmente planes sectoriales en recursos hídricos, infraestructura, salud, minería, energía, sector silvoagropecuario, pesca y acuicultura; turismo, zona costera, transporte y por supuesto el escalamiento, diseño y sustentabilidad de nuestras ciudades y asentamientos futuros.
La pregunta es qué tan eficiente será el Estado para convocar e involucrar colaborativamente a tantos sectores productivos y actores incumbentes y cómo desarrollaremos de una vez un Plan Maestro que pueda trascender a las distintas administraciones y equipos de gobierno. Urge entonces un norte claro, y desde luego la colaboración público-privada incluyendo un intercambio estrecho y participación con gremios empresariales, las cámaras de comercio, la sociedad civil y la revisión experta, pero fundamentalmente la voluntad y convicción de nuestros líderes políticos presentes y futuros, para integrar esta agenda en sus distintos programas y prioridades de gobierno.
Fuente: Ponencia Enk Ovink. Foro Anual ACCIÓN Empresas, Ex Casapiedra, Santiago de Chile. 2018 (Elaboración propia)
Parafraseando la emblemática publicación de Enk Ovink, nos encontramos frente a algo demasiado grande y complejo para ser ignorado, simplificado o para ser abordado de manera parcial. Tanto la lógica, la evidencia, la urgencia, la magnitud y el alcance indican entonces que como sociedad no podemos seguir mirando porfiadamente el espejo retrovisor destinando esfuerzos y coordinaciones para relevar cincuenta años de un tiempo que ya fue. Tanto la mirada estratégica, la ingeniería política y la Real Politik debiera enfocarse en lo que haremos o no como país para preparar y proyectar nuestros próximos cincuenta o cien años de “futuro común”.
Eso no sólo sería grandeza, sino ganancia para nuestras nuevas generaciones.
