Daniel Vercelli Baladrón, socio y Managing Partner de Manuia, mentor y director de startups.
Hay señales positivas, pero aún estamos al debe. Así podríamos resumir el avance que han tenido las empresas chilenas en materia de sustentabilidad. Según el Dow Jones Sustainability Index (DJSI), índice que cuantifica el rendimiento de las compañías líderes del mundo en cuanto a criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG). La edición 2022 de partida mostró una baja en la cantidad de empresas locales que lo conforman, pasando de 27 a 24 firmas, lo que podría deberse a una exigencia cada vez mayor en el cumplimiento de los requisitos.
Además, la consultora KPMG reveló en el Survey of Sustainability Reporting, informe que realiza desde 1993, cuáles son las acciones que realizan las empresas para reportar sus resultados y aunque se registran avances en la divulgación a la comunidad de sus compromisos ambientales, quedan atrás en la elaboración de reportes de gestión social y de gobernanza.
El punto es que entregar al mercado reportes de sostenibilidad es una tendencia que ha crecido fuertemente en el sector privado en los últimos años. Hoy lo hace el 96% de las empresas en todo el mundo para dar cuenta de su desempeño en sostenibilidad y de acuerdo a KPMG, se ha duplicado el número de compañías que emiten informes bajo los lineamientos del estándar Task Force on Climate-Related Financial Disclosures. No así en Chile, donde el más utilizado es el estándar del Global Reporting Initiative (GRI).
Es importante entender que estos reportes no son únicamente un documento que queda por escrito, hoy son herramientas que permiten a distintos actores tomar decisiones relevantes. Por ejemplo, los grandes inversionistas se mueven de acuerdo al riesgo que están dispuestos a tolerar, los retornos esperados, y también al objetivo o propósito social de quienes manejan el activo. Cada día son más los fondos comprometidos para inversiones que buscan financiar empresas y proyectos que consideran su impacto bajo criterios ambientales y de ESG en general.
Otro actor de gran importancia son los consumidores o clientes finales, cada vez más conscientes de su responsabilidad en la elección de empresas o marcas que cumplan con requisitos sustentables. En la era de las redes sociales, una compañía que no dé estas garantías -o aún peor, entregue información errónea-, puede bajar su reputación y prestigio en sólo un par de horas.
Por último, son las mismas compañías quienes pueden hacer uso de estos reportes mediante la detección de oportunidades de mejora y la incorporación de buenas prácticas que estén realizando aquellas que llevan un camino más avanzado.
Por eso, y aunque el sector privado chileno está tomando nota, aún falta trabajar en la información que se divulga, la que debiera ser reflejo no sólo de los riesgos que enfrenta una compañía sino que también de acciones con impacto concreto, evaluadas y reportadas con integridad y transparencia. Incluir un foco sostenible no debería ser una obligación ni algo forzado para las compañías actualmente, sino más bien el centro de un modelo de negocios que busca promover el triple impacto económico, social y medioambiental.
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