Alejandra Valdés R. , Directora Ejecutiva Corporación Cultural de Lo Barnechea
¿Cómo impacta la belleza estética en el sistema de recompensas del cerebro humano? Eso es lo que se propuso averiguar un equipo de investigadores del Instituto Max Planck de Estética Empírica de Alemania. Para lograrlo, le pidieron a 24 personas observar videos de hermosos paisajes naturales mientras monitoreaban su actividad cerebral con un dispositivo de neuroimagen de resonancia magnética funcional.
Los resultados revelaron que neurotransmisores como la dopamina son los responsables de la sensación de bienestar que experimentamos con las imágenes, o como explicó Edvard Vessel, uno de los autores del estudio, “cuando vemos algo más allá de nuestras expectativas, ciertas partes del tejido cerebral generan pequeños ‘átomos’ de efecto positivo y la combinación de tantos signos de sorpresa en el sistema visual se suma para crear una experiencia de atractivo estético”.
Estos recientes hallazgos se publicaron en la revista Frontiers in Human Neuroscience y contribuyen no sólo a nuestra comprensión de la belleza, sino que también exponen cómo la interacción con el medio ambiente puede afectar nuestra sensación de bienestar. Es evidente que cuando las personas descubren algo bello a su alrededor, experimentan emociones y sensaciones positivas de relajación, sobrecogimiento, espiritualidad y alegría. Y esto que lo sabemos desde hace siglos -recordemos por ejemplo la importancia que dieron los griegos a llevar belleza a todas partes y hacerla asequible a cada persona, con los consiguientes beneficios en su desarrollo como civilización – hoy está confirmado científicamente.
No hay duda de que un entorno rodeado de arte, y barrios con color y atractivo favorecen el bienestar. El estudio ‘Social Impact of the Arts’ de Arts Fund, determinó que la presencia de la belleza y arte en el lugar donde vivimos está directamente vinculada a una mayor habitabilidad de los barrios, identidad comunitaria y pertenencia social.
Por eso, valoro especialmente las iniciativas que están surgiendo en todo el mundo y también en Chile para transformar realidades y aportar a la calidad de vida de las personas, a través del hermoseamiento de distintos barrios. La construcción de parques urbanos a lo largo del río Mapocho, los murales del museo a cielo abierto de la comuna de San Miguel, los jardines y flores de la comuna de La Florida, la recuperación peatonal de la calle Bandera en Santiago Centro, o iniciativas como el concurso fotográfico que invitó a los vecinos de Lo Barnechea a mirar con otros ojos los espacios por los que circulan a diario, son ejemplos concretos de cómo podemos convivir con el arte y la cultura y acceder a sus beneficios. En la misma senda, el incipiente proyecto Galería 18 de la Corporación Cultural de la misma comuna, revela con testimonios de sus propios vecinos un antes y un después al ver sus escaleras pintadas junto a reconocidos artistas nacionales.
Y es que los barrios los constituyen las personas y sus experiencias internas, más allá de su infraestructura. Sin quitar la debida importancia a lo material, cuando experimentamos bienestar social, esas sensaciones positivas contribuyen a mejorar ambientes, propician la reflexión, y quizás lo más importante, nos invitan a salir un poco de nosotros mismos para mirar a los demás positivamente. La belleza resuena en nuestro espíritu, apreciarla y cuidarla, nos conecta con otros y ahí, en ese instante, es posible iniciar un círculo virtuoso que incluye comunicación, dignidad, confianza y finalmente amor, sentimientos tan necesarios para el anhelado desarrollo que hoy como país necesitamos.