Michel Olivares, Consultor y Líder de Proyectos en SOAINT
El sector energía es uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero GEI, debido a la utilización de combustibles fósiles para la generación de energía eléctrica, y por ello existe un interés creciente por el acoplamiento de energías renovables en la matriz energética, debido a su bajo impacto en las emisiones de contaminantes.
Si bien en 2017 la participación de generación solar y eólica no representaba más de 10% de la producción total de electricidad, la promulgación de la Ley de Transmisión en 2016, ayudó a que la transmisión eléctrica dejara de ser una barrera de entrada a la generación de energía, potenciando con ello el desarrollo de Energías Renovables No Convencionales ERNC, cuyos frutos vemos el día de hoy con una participación acumulada -este 2022- de casi un 28%, es decir, más de un 15% que hace 5 años atrás. Claramente estas cifras dan cuenta de una noticia mucho más alentadora, ya que estamos hablando de una reducción de casi un 10% de las emisiones anuales de CO2.
Sin embargo, nos enfrentamos a un desafío mucho más ambicioso, debido al potencial de generación verde que tenemos y la debilidad de la infraestructura de la Transmisión eléctrica, dado que existe un alto potencial de desarrollo de energía solar en el norte y de energía eólica por el sur. Pero el principal centro de consumo eléctrico se encuentra en la zona central, lo que implica un desafío importante para transportar dicha energía renovable a estos lugares de mayor consumo y, de esta forma, disminuir en mayor cantidad los gases de efecto invernadero y minimizar la dependencia de generadoras con combustibles fósiles.