Agustín Waidele, Global Salmon Initiative
Mirar al 2023 nos debe poner en sintonía con actuar y después comunicar. Chile pasará un proceso constitucional y un contexto económico apretado, por lo que no cabe duda que las empresas estaremos en la palestra constantemente con una caja de resonancia social y capilar menor para hacer frente a la desinformación.
Si miramos un dato duro de nuestra industria salmonera, ese que gusta en los Excel: las exportaciones salmoneras crecieron más de 30% en el tercer trimestre del 2022, comparado al mismo periodo del año anterior, superando así los indicadores prepandemia. Pero sacando la mirada de la planilla de cálculo, ¿qué es crecer sin la comunidad, el medioambiente, los colaboradores y sus familias? Es un valor transaccional que alegra, pero que puede enceguecer si se pierde de vista el valor integral de una empresa en la sociedad.
Vivimos, las empresas en general, tiempos de escrutinio constante. ¿Qué hacer? ¿Inmovilizarse? ¿Silenciarse para evitar cancelaciones? La respuesta la encontramos en los lineamientos ESG: se debe planificar, ejecutar, obtener resultados y después hablar. Si eres de una industria menos “escrutada” que la salmonera, podrías comunicar antes. Si no, es preferible tener el resultado en mano y comunicar desde ahí.
Las buenas intenciones abundan y el “green washing” es simple cuando basta la buena labia. Pero acciones con coherencia exigen hacer lo correcto por justicia intergeneracional, medioambiental, por cuidado de la misma industria. Es fácil dejarlo escrito, pero complejo vivirlo: hacer lo correcto nunca ha sido fácil.
Es en dicho contexto que crecer no es sólo económico, es hacer crecer a tu entorno gracias al valor que generas como una empresa cultivadora y no extractivista.