Emma Elobeid, Redactora, Fundación Ellen MacArthur
Entre noviembre y diciembre, la comunidad internacional de responsables políticos y empresas se ha reunido para hacer frente a tres retos mundiales críticos: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
Las conversaciones establecidas dentro de la COP 27 y la COP 15 -junto con el inicio de las negociaciones para un acuerdo mundial vinculante que haga frente a la contaminación por plásticos- deben centrarse en los cambios sistémicos necesarios para resolverlos colectivamente.
La humanidad está alcanzando y sobrepasando los límites de la Tierra. Esa conclusión, extraída en 2009 por un equipo de científicos del Centro de Resiliencia de Estocolmo (SRC), confirmó lo que muchos habían entendido durante décadas. Dirigido por Johan Rockström, el SRC propuso un conjunto de nueve límites planetarios que definen los límites biofísicos de un planeta estable y resistente. Estos márgenes están siendo empujados y superados como resultado de la naturaleza extractiva y contaminante de nuestra actual economía lineal que nos ha impulsado a una época dominada por el ser humano: el Antropoceno.
Nuestra economía basada en la extracción de recursos, producción y despilfarro ha provocado un agotamiento generalizado de ellos. El ritmo al que estamos degradando el suelo amenaza el suministro mundial de alimentos. Muchos de los minerales y metales que se utilizan habitualmente en la fabricación de todo tipo de productos, desde teléfonos inteligentes hasta protectores solares, se desperdician y desechan con graves consecuencias para el medio ambiente. El agua dulce, esencial para nuestra existencia y también para la producción y suministro de bienes y servicios, aunque renovable, es un recurso finito sometido a presión. Ahora sabemos no sólo que la tierra tiene sus límites que y que no deben traspasarse, sino que desde 2015 ya se han violado al menos cinco de ellos: el cambio climático, la integridad de la biosfera (pérdida de biodiversidad), el cambio del sistema terrestre, los flujos biogeoquímicos y -más recientemente- nuevas entidades, entendidas como contaminación. En el proceso de fabricación, uso y eliminación de artículos y servicios, nos movemos en la dirección fuera de una zona de seguridad planetaria y hacia un lugar de riesgo y volatilidad crecientes.
Volver dentro de esos límites todavía es posible. La humanidad ya ha demostrado que es capaz de unirse para emprender acciones colectivas. Pensemos, por ejemplo, en el Protocolo de Montreal de 1987 para la protección de la capa de ozono, ratificado por los gobiernos internacionales y reflejado en la toma de decisiones de las empresas. Pero los retos son complejos, al igual que los sistemas que los crearon. Necesitamos un cambio sistémico, no fragmentado.
Mapa del impacto planetario provocado por una economía lineal
Los síntomas de estas violaciones de los límites planetarios, así como las señales de alerta de los que están en peligro pero que aún no se han cruzado, están muy extendidos. Los que más llaman la atención son bien conocidos. La predicción de que en 2050 habrá más plástico que peces en nuestros océanos, por ejemplo, se ha convertido en un poderoso icono medioambiental. Los 3.400 millones de toneladas de residuos que se prevé que se generen en el mundo en el mismo periodo de tiempo fácilmente llenarían vertederos del tamaño de cien campos de fútbol. Cabe mencionar también la deforestación diaria de 10.000 acres de selva amazónica, impulsada por la agroindustria, un sinónimo de biodiversidad y crisis climática. Cada imagen -y su impacto- puede remontarse a opciones de diseño, métodos de fabricación, cadenas de suministro y decisiones de eliminación arraigadas en una economía lineal.
Pero no todos las consecuencias de cruzar estos limites debido a nuestro sistema extractivo son tan evidentes. La degradación del suelo causada por la agricultura convencional es más difícil de visualizar sin embargo es sumamente devastadora por sus consecuencias en la pérdida de biodiversidad y los riesgos para la producción mundial de alimentos. La pérdida de flora, fauna y hongos puede ser casi imperceptible en la vida cotidiana, pero sus repercusiones en el funcionamiento de los ecosistemas ya son notables. La extracción de materiales y la presión que ejerce sobre los límites planetarios es en la mayoría de los casos inversamente proporcional al número de veces que se utiliza un producto o servicio.
Estado planetario actual: un panorama complicado
Aunque cada límite planetario es distinto, todos están interrelacionados. Quizá la codependencia más conocida sea la del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Así como el cambio climático es responsable del 11-16% de la pérdida de biodiversidad, esa pérdida es en sí misma es un potente acelerador del cambio climático, al neutralizar la capacidad de la naturaleza para regular las emisiones de GEI a la atmósfera.
Diferenciar los impactos interconectados exige considerar el conjunto; avanzar en un único límite planetario puede tener consecuencias imprevistas. Hasta hace poco, el margen planetario de agotamiento del ozono estratosférico se encontraba, gracias al histórico Protocolo de Montreal de 1987, en una senda más positiva. Sin embargo, nuevas investigaciones sugieren que su recuperación está en peligro a raíz de las reacciones químicas provocadas por los recientes incendios forestales, cuya gravedad y frecuencia aumentan a medida que avanza el cambio climático. Cada violación individual de los límites planetarios se convierte en un multiplicador del riesgo: al sobrepasar un área se corre el riesgo de aumentar la fragilidad no sólo de su eslabón más cercano, sino de todo el sistema terrestre.
El papel de la economía circular para volver a los límites planetarios (y mantenernos en ellos)
Para los responsables políticos, empresarios e investigadores, el marco de los límites planetarios actúa como un análisis de la situación del planeta del que dependen las empresas, la sociedad y el mundo natural. Necesitamos un marco económico que aborde las causas profundas de cada punto de presión planetaria y esboce una forma positiva de avanzar.
Una economía circular elimina los residuos y la contaminación, hace circular los productos y materiales a su máximo valor y regenera la naturaleza mediante el diseño. Acelerar su transición no sólo puede ayudarnos a volver a los límites biofísicos de nuestro planeta y a mantenernos en él, sino también a añadir valor económico, ahorrar costes materiales y crear empleo al mismo tiempo.
Resolver la crisis de los residuos, que contribuye a la ruptura en cascada de los límites planetarios, no se conseguirá únicamente con estrategias de reducción o reciclado a nivel superficial. Por el contrario, debemos remodelar todo nuestro planteamiento para que en una economía circular, como en la naturaleza, los residuos sencillamente no existan.
La transición a una economía circular que elimine todo el plástico problemático e innecesario, por ejemplo, implica aprovechar el mismo entusiasmo por el diseño que lo hizo surgir en primer lugar, sin perder ninguna de sus funciones. El diseño de alternativas -como barras de champú sólidas, pastillas de dentífrico y envases de alimentos compostables- puede reducir drásticamente la presión sobre varios límites planetarios a la vez.
Cuanto más a menudo se utilice un producto o servicio, menos se necesitará. Al aprovechar mucho mejor la energía y la mano de obra incorporadas, así como el valor intrínseco de los materiales de un producto o servicio, la economía circular evita la necesidad de extraer más recursos inncesariamente. Al hacerlo, no sólo se reduce la presión sobre los límites planetarios individuales, sino que se deja espacio para que los sistemas naturales de la Tierra se recuperen y regeneren en todo el sistema planetario.
Juntos, la eliminación de residuos y el movimiento de productos y materiales contribuyen en gran medida a mejorar el estado de cada frontera planetaria. Pero la transición de nuestro planeta de un lugar de volatilidad a un estado de estabilidad también requerirá una mayor acción afirmativa. El tercer componente vital de una economía circular es la regeneración de la naturaleza.
Hacia un futuro circular dentro de los límites planetarios
El marco de los límites planetarios establece la ciencia de las crisis combinadas de la Tierra. Cada una de ellas está causada, en su raíz, por nuestra actual economía lineal. La economía circular, como respuesta, presenta una tríada de principios con los que podemos responder individualmente -y, por tanto, colectivamente- a la pluralidad de estas presiones planetarias. Al desvincular la actividad económica del consumo de recursos finitos, reducimos drásticamente nuestra demanda de tierra, agua y energía, disminuyendo las emisiones de GEI y eliminando la fuga de toxinas y contaminantes nocivos a los sistemas de la Tierra en todas sus fases. Al hacerlo, podemos mantener -y, lo que es más importante, reparar- el tejido conectivo entre un medio ambiente sano y resistente y una economía sana y resistente. La producción regenerativa se concibe a menudo en términos de sistemas alimentarios agrícolas. Pero hay otros sectores de la economía que también dependen de los recursos naturales cultivados, como la moda. El cultivo tradicional del algodón, por ejemplo, al ser intensivo en agua y dependiente de los fertilizantes, pesa mucho sobre los límites planetarios de uso de agua dulce y flujos biogeoquímicos mucho antes de que las semillas florezcan en racimos. En cambio, el cultivo regenerativo del algodón no sólo evita estos efectos negativos, sino que genera activamente importantes beneficios para el clima y la biodiversidad. Al adoptar la producción regenerativa a escala, la industria mundial de la moda tiene el potencial de crear resultados positivos más allá de las fronteras planetarias.