Por Alejandro Gutiérrez, ciclista, dueño de Veló Boutique y organizador de la competencia Monumento Cardenal Samoré
Quién hubiera imaginado cómo iba a transformarse la industria del ciclismo desde 2020 a la fecha. Lo que comenzó siendo una necesidad de distanciamiento y protección durante la pandemia, terminó convirtiéndose en un cambio en la forma en que nos movemos por la ciudad.
Desde entonces, muchas personas dejaron de usar el metro o el transporte público y se volcaron hacia el mercado de dos ruedas buscando alternativas para trasladarse a sus trabajos y de regreso a sus hogares. La consecuencia lógica fue un aumento en las ventas de bicicletas y también, una diversificación en la oferta. Comenzamos a ver por las calles modelos híbridos o eléctricos que son parte de una tendencia mundial. En Europa por ejemplo, la venta de bicicletas eléctricas experimentó en 2021 un alza del 52%, con un valor total de 10.600 millones de euros. Chile tampoco se quedó atrás, y en un comienzo los proveedores locales tuvieron que lidiar con la falta de stock debido a la alta demanda.
Y es que las ventajas son varias: Las bicicletas eléctricas son relativamente asequibles y existen distintos tipos según el presupuesto. Gracias a que permiten regular el esfuerzo físico, son aptas para personas de cualquier edad y condición física. También son el medio de transporte con el motor más económico que existe. En promedio, un auto por kilómetro es siete veces más caro y el transporte público, tres.
Otro aspecto a destacar es su rapidez, consigue que los usuarios lleguen a sus lugares de destino en menor tiempo y sin problemas de tráfico. No requieren de mantenimientos costosos, pueden ser utilizadas a través de la red de ciclovías presente en todo el país y quizás lo más importante en estos tiempos, las bicicletas eléctricas tienen una bajísima emisión de dióxido de carbono (CO2), uno de los gases que más impacto negativo tiene en la crisis climática que vivimos hoy.
Incluso reconocidas marcas como Mercedes Benz y Porsche fueron conscientes de estos atributos y decidieron ingresar al mercado de las e-bikes. En el caso de la primera, su modelo cuenta con rendimiento asistido por electricidad y está diseñado para maximizar el rendimiento, el manejo y la agilidad del ciclista. En tanto, Porsche anunció la creación de una empresa conjunta con la marca eBike Ponooc para desarrollar una nueva generación de sistemas motrices eléctricos para sus futuros modelos a colocar en el mercado.
A nivel local, Enel está llevando a cabo una iniciativa de movilidad sostenible donde se promueven productos y servicios que utilicen energía eléctrica en el transporte urbano. Así, los chilenos pueden acceder a bicicletas con la misma potencia que un motor a combustión de gasolina o petróleo, pero 100% amigables con el medio ambiente.
Hoy una bicicleta eléctrica puede servir para hacer las compras, ir a un paseo a la montaña en fin de semana, moverse entre distintas comunas o simplemente como alternativa de paseo. La electromovilidad ya es parte del desarrollo y en nuestro país su impulso se sustenta desde las políticas públicas donde explícitamente desde 2017 se han venido definiendo estrategias para trabajar la movilidad eléctrica a nivel multisectorial, además de plantear metas de corto y largo plazo para transformar el parque vehicular del país.
Quienes ya somos parte de la electromovilidad y conocemos de primera mano sus ventajas a nivel de calidad de vida, traslados más eficientes, sustentabilidad y cuidado del medio ambiente, sólo esperamos que sea cada día más masiva y accesible.
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