Raymond Rosal, Rector Instituto Profesional IACC
Hace 3 años, mucho antes de la primera discusión que se hizo respecto del proyecto de 40 horas en el Congreso, decidimos implementar una reducción de jornada laboral para pasar de 45 horas semanales a 39,5.
No busco generalizar ni decirles a otras organizaciones lo que deberían hacer con su jornada de trabajo, pues creo en la libertad de cada industria, empresa o institución para desarrollar su propia discusión respecto al tema.
Nosotros vimos la reducción de la jornada como una inversión en la felicidad de nuestros colaboradores, para que compatibilizaran mejor su vida personal con el trabajo, aumentando la productividad como consecuencia de la felicidad de pertenecer y no como un objetivo en sí mismo.
Para conseguirlo, las leyes no alcanzaban. Había que ir más allá. Por ello, implementamos una estrategia centrada en lo que denominamos el salario emocional. Este implica el desarrollo de la autorregulación y confianza en nuestros colaboradores mediante el sistema 100% de teletrabajo, además de crear ambiente horizontal donde todos podemos contribuir y ser escuchados.
También generamos un modelo equitativo y desafiante de retribución, en donde todos tienen las mismas oportunidades pues, además, construimos una cultura donde los equipos están por encima de las individualidades y donde el talento es más importante que la antigüedad.
Entendimos que podemos transformar el mundo de la educación si contamos con un ecosistema laboral sano e inclusivo, con trabajadores felices con lo que hacen.