En nuestro país la especie invasora se ha establecido en territorios tan diversos como Arica y Tierra del Fuego en desmedro de los abejorros nativos, Bombus funebris en el norte y Bombus dahlbomii en el centro y sur de Chile, lo que ha impactado en una reducción de las poblaciones de éstos. Aunque hoy en día existen más restricciones para su internación al país y uso en campos agrícolas, se siguen importando todos los años para fines de polinización de cultivos.
Facilitar la polinización de cultivos en invernaderos fue el objetivo inicial de la introducción del abejorro europeo (Bombus terrestris) en 1997, originaria de Europa y parte de Asia. Pero, lo que pareció una medida positiva para el agro, paulatinamente se transformó en una especie de caballo de troya biológico que, a 25 años de su llegada, constituye en una de las más dañinas y exitosas especies invasoras, no sólo para la biodiversidad de polinizadores de Chile, sino que también para Sudamérica, donde amenaza con alcanzar incluso Brasil.
Y esto porque en la última década la especie foránea, que se caracteriza por sus bandas negras y amarillas, se ha desplazado desde Chile hasta gran parte del territorio trasandino, cubriendo ya una parte importante del Cono Sur. Esto fue ratificado por el más reciente estudio sobre la dinámica de invasión del abejorro europeo, publicado en la revista Scientific Reports, y en la cual participó la agrónoma y ecóloga Lorena Vieli, quien es académica e investigadora del Departamento de Ciencias Agronómicas y Recursos Naturales de la Universidad de La Frontera (UFRO).
Para la investigación se monitorearon 562 puntos geográficos diferentes en Chile y Argentina durante diez años (entre 2000 y 2019) generados por diversas instancias de ciencia ciudadana, lo que les permitió determinar el incremento del área invadida en el tiempo. Actualmente el trabajo de los científicos sigue y no solo están preocupados de la expansión sino que también ahora trabajan en entender mejor los impactos.
“La verdad es que este es un proceso de invasión que todavía está en curso”, reconoce la especialista. “Los modelos de dispersión muestran que la expansión de esta especie en el territorio sigue incrementando. La Patagonia argentina ya está prácticamente cubierta por completo y modelos de nicho sugieren que su distribución seguirá avanzando hacia otros territorios en el continente. Todavía no han aparecido datos confirmados de su presencia en Perú y Bolivia y en Brasil están muy alertas y preocupados por su posible introducción desde Argentina.”, dice.
La investigadora reconoce que la expansión en Chile ha sido imparable. “En Chile ya llegó a Tierra del Fuego y por el norte está establecido en Arica debido a colmenas que se han instalado en cultivos de esa región. No sabemos si a Magallanes llegó porque se dispersó en forma natural o fue porque se llevaron colmenas a los invernaderos locales. Pero si sabemos que incluso en lugares muy prístinos como el Parque Pumalín (Región de Los Lagos) es bastante común observarlo. En Arica también está presente porque lo llevaron para polinizar tomates”. Según detalla la investigación, desde 1997 en Chile se han introducido con fines de polinización más de 320 mil colonias y un millón de reinas. Esta continuidad en el ingreso de nuevos individuos cada año hace aún más intenso su efecto como especie invasora, y su impacto negativo en la biodiversidad local es muy difícil de cuantificar.
Desde que llegó este invasor, el Bombus dahlbomii, también conocido como moscardón del bosque y que se caracteriza por una tonalidad rojiza, declinó muchísimo en la zona centro sur, donde antes era muy abundante, mientras que ha ocurrido algo parecido con el Bombus funebris en la zona norte. Esto, porque el abejorro introducido transmite enfermedades a los nativos. Aparte de los patógenos, el Bombus terrestris también ejerce una competencia desleal en el hábitat. Es así como emplean lugares similares para nidificar, principalmente espacios huecos preexistentes, y compiten por los mismos recursos alimenticios que los otros polinizadores. Las consecuencias para la biodiversidad todavía no se conocen por completo. Esto porque es muy escaso el monitoreo de los polinizadores locales y también porque la invasión sigue en curso.
Si bien el SAG ha reglamentado su internación y reforzado sus controles sanitarios, su ingreso al país está permitida por la ley. “Mientras no se prohíba su entrada, las medidas serán siempre insuficientes”, expresa la investigadora, quien hace un llamado a las autoridades a tomar medidas al respecto en beneficio de la biodiversidad chilena.
Los argentinos, por su parte, nunca han autorizado la importación de abejorros exóticos, y han desarrollado colmenas comerciales utilizando una especie de abejorro nativo. En Chile ha sido más difícil. El INIA trabajó en el desarrollo de una patente para producir en forma comercial colmenas del abejorro nativo, pero es complejo porque depende de colectar reinas en la naturaleza y actualmente esta especie está catalogada en peligro de conservación.
“Como la principal universidad estatal de regiones, buscamos con este proyecto seguir impulsando el aporte que desde las ciencias y la investigación podemos entregarle a nuestra sociedad. En este caso, lograr un mejor conocimiento y conservación de la biodiversidad local, un patrimonio de todos los chilenos y de la humanidad, que debemos cuidar para esta y todas las generaciones venideras”, detalló el Vicerrector de Investigación y Postgrado de UFRO, Dr. Rodrigo Navia.
En el estudio de la revista Scientific Reports (https://www.nature.com/articles/s41598-021-94898-8) también trabajaron los investigadores Francisco Fontúrbel de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y Maureen Murúa, de la Universidad Mayor.
Vieli, quien es de formación agrónoma, trabaja principalmente en el tema de la polinización de los cultivos agrícolas. “Lo que nos interesa es entender mejor la polinización de los cultivos, pero con una mirada más completa, no solamente basada en cómo manejar la abeja melífera, sino sobre cuáles son los otros polinizadores que están visitando el cultivo, qué efecto tienen en la producción, y qué tipo de hábitat requieren estos polinizadores no manejados, que son gratuitos, para que sean más abundantes”.