André Laroze, PhD en Recursos Forestales, Secretario Ejecutivo/CEO de PEFC Chile
Los bosques son parte de ti, de cada uno de nosotros, de toda la sociedad: los productos de origen forestal están presentes en la vida cotidiana, son bienes que satisfacen necesidades básicas, como la madera en la construcción, muebles y utensilios del hogar y la oficina, o como los derivados de la celulosa que nos acompañan durante el día, desde las servilletas para el desayuno hasta el empaque de cartón con la pizza que pedimos para una cena con amigos.
En consideración a que dependemos de los productos forestales hoy, mañana, en un mes, un año y 50 años más, es fundamental garantizar la continuidad de sus beneficios para la sociedad con base en un recurso renovable gestionado de manera sostenible. De partida, es necesario que la tasa de cosecha del bosque esté en equilibrio con su crecimiento, es decir, que se pueda obtener un rendimiento sostenido de productos forestales sin disminuir el inventario de madera que se renueva orgánicamente en el tiempo.
Sin embargo, no es sencilla la implementación efectiva del concepto de rendimiento sostenido, ya que el valor presente de los productos genera una presión de sobreexplotación del bosque, cuyos efectos negativos se detectan con años de rezago, por cuanto obtenemos los bienes que consumimos en lo inmediato, pero paulatinamente nos quedamos con un bosque degradado que no puede proporcionarlos en el mismo nivel a futuro. De hecho, es lo que pasó con gran parte del bosque nativo en Chile.
Afortunadamente hoy la situación es sustancialmente mejor debido a la certificación de la gestión forestal sostenible, que surgió a fines de los ’90 en la sociedad civil para responder a la demanda mundial por garantías sobre la permanencia de los recursos forestales a largo plazo. En pocas palabras, la certificación forestal es un instrumento de mercado que promueve la producción responsable en lo ambiental y social, tanto en relación con las comunidades rurales como con los trabajadores forestales.
Para obtener la certificación, las empresas forestales deben cumplir los requisitos definidos en un estándar de gestión basado en criterios e indicadores de sostenibilidad, así como con medidas de planificación, control y mejora continua. En particular, el estándar de PEFC Chile requiere que se conserve el bosque nativo, se cuide la biodiversidad, el agua y el suelo, y se mantenga el CO2 capturado en los árboles, es decir, que la producción de bienes vaya junto con la provisión de los servicios ecosistémicos propios de un bosque.
En Chile, el 98% de los productos forestales tiene su origen en bosques plantados de pino y eucaliptos, con más del 60% de este recurso renovable bajo un uso sostenible certificado desde 2004 por organismos de certificación de tercera parte, con base en auditorías externas que verifican el cumplimiento de los requisitos del estándar chileno reconocido internacionalmente. Esto implica que las empresas certificadas llevan cerca de 20 años aplicando mecanismos de mejora continua en su gestión, en el contexto de una economía dinámica que permitió llevar las operaciones forestales a un nivel de clase mundial.
Por consiguiente, volviendo al uso de los productos forestales en nuestra vida cotidiana, como consumidores responsables podemos vincularnos con productores responsables prefiriendo aquellos productos con el sello de origen sostenible PEFC, sin problema.