Karien Volker, subgerente de Consumo y Producción Sustentable, Fundación Chile
Las cifras del último Reporte The Circularity Gap muestran que más del 90% de todos los materiales extraídos y utilizados anualmente en el mundo se desperdician. La circularidad del planeta Tierra es solo de un 8,6%, según el mismo reporte,1 es decir, solo un 8,6% de los materiales vuelven a ingresar en nuestra economía. Con los diagnósticos elocuentes sobre el efecto del cambio climático en nuestro planeta es claro que debemos actuar con suma urgencia y un ámbito clave de impulsar es la economía circular. Su impacto puede abordar el 45% del total de emisiones mundiales de gases de efecto invernadero asociadas a la producción de bienes y materiales 2.
La economía circular se basa en tres principios: eliminar los residuos y la contaminación desde el diseño, mantener productos y materiales en uso, y regenerar sistemas naturales. Desde Fundación Chile somos enfáticos en reiterar: el modelo lineal de extraer, usar y eliminar ya no se sostiene y no sacará al planeta de la crisis medioambiental que vive hoy.
Chile es el país con menor productividad material de la OCDE3 y nuestra tasa de reciclaje y reutilización es baja. Solo un 3,4% de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos se recicla, por ejemplo, y un 7% en el caso de los envases plásticos.4
Sin embargo, vemos con optimismo iniciativas públicas y privadas en torno a la implementación de la economía circular en el país. El Ministerio de Medio Ambiente presentó el año pasado su Hoja de Ruta de Economía Circular al 2040 que propone, entre otras metas, generar 180 mil empleos verdes, aumentar la tasa de reciclaje al 75% y reducir en un 25% la generación de residuos sólidos por habitante.
Desde Fundación Chile alineamos nuestros esfuerzos con este roadmap y las normativas que están asociadas a fomentar la economía circular como por ejemplo la Ley REP, además acompañamos a distintos sectores productivos en su transición hacia un modelo circular. Uno de los principales desafíos que enfrentan las industrias es la falta de una línea base y de estandarización de data de todas sus operaciones y procesos, que permita establecer metas medibles y priorizar acciones.
Un cambio cultural es requerido tanto a nivel ciudadano como también al interior de las organizaciones para lograr transformaciones virtuosas. La economía circular supone un modelo de negocios con otro enfoque, que no solo contempla variables financieras y tecnológicas, sino también la relación con los actores territoriales y todos aquellos que forman parte de su cadena de valor.
Un modelo circular presenta grandes oportunidades económicas, dado que prevenir la generación de residuos es mucho más eficiente que hacerse cargo de ellos una vez terminada su vida útil. El Foro Mundial, en una publicación junto a la fundación Ellen MacArthur, estimó que la economía circular puede significar ahorros de hasta US$1 billón para el año 2030.
Las grandes industrias tienen un rol clave al ser traccionantes y habilitadores para la economía circular en otros sectores, a través, por ejemplo, de la incorporación de estándares circulares o de carbono-neutralidad en sus compras de productos o servicios; o bien implementando alianzas con sus proveedores, sus clientes finales o intermediarios para co-crear productos y soluciones circulares innovadores para facilitar una mejor recuperación, reprocesamiento y reutilización.
Avanzar a una velocidad mayor a la habitual es imperativo, e implica un trabajo colaborativo de distintos sectores, y un enfoque sistémico e inclusivo, que priorice el bienestar humano y la salud de nuestro planeta y sus ecosistemas.
- The Circularity Gap Report, 2022, Circle Economy
- EMF (2019) Climate Change- How the circular economy tackles climate change
- https://data.oecd.org/materials/material-productivity.htm
- Infraestructura para el reciclaje de plástico, 2021, Pacto Chileno de los Plásticos- InvestChile