Fernando Coz, Director Ejecutivo de la Fundación Chile Lagos Limpios
Hace un par de años escuché que Chile presenta características únicas para ser un laboratorio natural en el estudio de la astronomía. Le consulté a un amigo astrónomo que trabaja en el observatorio ALMA, ¿qué significa esto? Me explicó que nuestro país tiene los mejores cielos para el avistamiento de fenómenos astronómicos, lo que se debe a que en el desierto de Atacama están los cielos más limpios del mundo, ya que la suma de la escasa cantidad de nubes y lluvia de la zona, más la estabilidad de la atmósfera, vuelven favorable la observación del universo, y nos posiciona en un lugar de privilegio a nivel mundial.
Un tiempo después, en un evento público, escuché a una alta autoridad de Gobierno plantear que Chile es un laboratorio natural para el cambio climático, lo que nos colocaba en una posición de privilegio a nivel mundial para estudiar sus efectos y contribuir a diseñar estrategias efectivas de mitigación y adaptación. Su afirmación es cierta y se debe tomar con responsabilidad y liderazgo.
Contamos con una amplia costa azotada por el océano pacífico, bosques nativos milenarios y una reserva de agua dulce de clase mundial. Cientos de lagos, ríos, glaciares y extensos macizos de hielo, una combinación virtuosa que pocos países tienen. Estos ecosistemas acuáticos -la mayoría aún prístinos- cuentan con características naturales únicas para ser sometidos a investigación científica, que dé luces de su vulnerabilidad frente a los fenómenos del cambio climático.
La Fundación Chile Lagos Limpios, en alianza con la Universidad de California Davis, está realizando un estudio comparativo de los impactos del cambio climático en los lagos del sur de Chile y de California. Los lagos Nor-Patagónicos se componen de lagos que están aún prístinos y sus ecosistemas intactos, como también de lagos que están amenazados por el rápido desarrollo humano y la crisis climática. Esta combinación, sumado a la amplia experiencia internacional que importamos desde California, EE.UU., nos permitirá desarrollar investigación aplicada, con rigor técnico y una mirada global, que sirva de insumo para evitar que nuestros hermosos lagos se vean amenazados por este fenómeno climático global.
El llamado entonces es que públicos y privados aboguemos por la concientización de esta posición de privilegio, al tiempo que trabajemos con sentido de urgencia en tomar hoy las medidas necesarias -y no en una década-, para atajar responsablemente el potencial daño que están sufriendo nuestras aguas.