Loreto Rojas, Gerente de Riesgo y Cumplimiento Emasa.
La actual crisis climática por la que está atravesando el mundo, ha desafiado a las empresas a convertirse en agentes de cambio. Pasar de una economía lineal a un modelo circular, nos permite mejorar las prácticas de producción y consumo para reducir la huella de carbono, para lo cual es clave sellar ese compromiso de buenas intenciones mediante políticas internas que sean implementadas y conocidas por todos.
La industria automotriz no está ajena a esta realidad. La ley 20.920 más conocida como REP, establece seis productos prioritarios para reciclar: envases y embalajes, pilas y aparatos eléctricos y electrónicos; a los que se suman neumáticos, baterías y aceites lubricantes.
Para estar a la altura de las metas impuestas, es fundamental reeducar a las personas, entregándoles facilidades para que el reciclaje se convierta en una forma de vida, de manera que aprendamos a hacernos cargo de los residuos que generamos.
En nuestro sector, tenemos como tarea el establecer cómo recuperar esos residuos, ya que muchos de ellos no se generan en los hogares, sino en los servicios técnicos automotrices, servitecas, entre otros. En el caso de las baterías, el desafío es aún mayor, ya que es necesario generar conciencia entre los consumidores de entregarlas a los recicladores formales.
Sin duda que nos estamos preparando para la implementación de la Ley REP y los primeros años serán un proceso de aprendizaje para todos. Y en este camino que nos queda por recorrer, las alianzas público-privadas son importantísimas, ya que sin apoyo y asesoría, será casi imposible cumplir las metas propuestas en la norma.