El sistema alimentario mundial tiene un alto impacto en la humanidad, dado que abarca a 7.900 millones de personas, emplea al 40% de la población mundial y genera un tercio del PIB mundial.
La agricultura supone una gran carga para el medio ambiente, ya que produce más de una cuarta parte de todas las emisiones de gases de efecto invernadero y es la industria que más contribuye a la deforestación tropical y a la extinción pendiente de un millón de especies. Bajo ese contexto, Bain & Company decidió estudiar el comportamiento de los consumidores en cuanto a las decisiones que toman sobre el valor de la oferta de alimentos sostenible.
La investigación revela que un 80% de los consumidores se preocupa por la sostenibilidad y el 14% asegura que las consideraciones ESG son su principal criterio de compra. En tanto, el 87% de los consultados está disponible a pagar más por productos elaborados de forma responsable con el medio amiente y el impacto social.
No obstante, el alto nivel de interés de los compradores no se refleja sistemáticamente en lo que llega a sus carros de compra por varias razones. En primer lugar, aunque la sostenibilidad es importante, es sólo uno de los factores que influyen fuertemente en las decisiones de compra. El sabor es fundamental, y en las encuestas sobre lo que influye en las compras, la calidad, la salubridad y el precio suelen estar por encima de la sostenibilidad.
En segundo lugar, el precio es una cuestión especialmente crítica, dado que estos están subiendo por una serie de factores inflacionistas, algo que no se había visto con anterioridad. Esto se ve reflejado, por ejemplo, en los consumidores estadounidenses, quienes hoy gastan aproximadamente el 9% de sus ingresos discrecionales en alimentos, frente al 17% de hace 60 años. En ese contexto, el estudio de Bain muestra que, aunque los clientes están dispuestos a pagar un poco más por opciones más sanas y sostenibles, hay un límite en cuanto a lo que realmente desembolsarán.
En tercer lugar, a los consumidores también les resulta difícil obtener la orientación necesaria para evaluar la sostenibilidad de un producto. Hoy esperan que las marcas les proporcionen esa información de manera clara y sencilla. En ese escenario, las compañías están reduciendo la complejidad de la comunicación en los alimentos que comercializan.
Actualmente, las empresas de productos de consumo se quejan a menudo de que no hay una demanda clara de productos sostenibles por parte de los clientes, pero con los cambios generacionales y el aumento de la conciencia ecológica, sumado a la necesidad de combatir el calentamiento global, tienen una gran oportunidad de comunicar sus ventajas, ofrecer transparencia y afinar los precios para estimular su demanda y sus cambios culturales en la industria alimenticia global.