Uno de los objetivos planteados en la Política Energética Nacional es poder alcanzar al menos el 80% de generación de energía renovable para el año 2030, con el fin de apoyar la economía de las personas y los desafíos del cambio climático.
Uno de los principales desafíos en la lucha contra el cambio climático es cambiar los paradigmas existentes en la sociedad, en términos de como generamos y usamos la energía. De cara al futuro, debemos dejar atrás las fuentes de generación que utilizan combustibles fósiles y provocan la crisis climática, transitando a un futuro basado en energías renovables, cero emisiones y un nuevo sistema energético descarbonizado que entregue seguridad, calidad y resiliencia.
Hoy en Chile, la generación eléctrica desde energías renovables no convencionales (ERNC) alcanza el 36,7% del total de la energía generada en el país, lo que se traduce en un avance considerable, tomando en cuenta la posición en que el país se encontraba en el año 2011, y comparándola con una capacidad instalada de 540MW a 11.400MW al 2021, con proyectos en proceso de construcción y otros de licitación. Sin embargo, aún más del 34% de la energía que llega a nuestros hogares e industrias proviene de centrales a carbón.
Considerando lo anterior, y ya cubiertos los grandes proyectos, la mayor inquietud por ahora se sitúa en cómo hacer extensible la energía limpia para todos, incluyendo espacios como condominios, edificios, casas, colegios e instituciones, con el fin de sumarlos al aporte frente a la crisis climática, e igualmente, poder reducir concretamente su gasto eléctrico mensual.
En este contexto, la generación distribuida es el modelo más eficiente, limpio y económico para el desarrollo energético de los consumidores finales. Desde la publicación de la ley de Netbilling (también llamada Ley de Generación Ciudadana), que entró en vigor el 2014 se permite que toda persona pueda producir su propia electricidad, a partir de energía renovable, bajo estándares de seguridad regulados. Esto es una medida que propicia terminar con el paradigma de la distribución eléctrica tradicional, reducir los cobros de las empresas de distribución y generar energía limpia de manera óptima y segura. Lo anterior se logra, por ejemplo, por medio de la instalación de paneles solares fotovoltaicos en el techo de los hogares, algo que hace años era impensado o visto como una opción altamente costosa, pero que hoy puede estar al alcance de muchas personas.
¿Cómo funcionan los sistemas de energía solar fotovoltaica?
Tomás Steinacker, socio fundador de Ciudad Luz, empresa chilena que busca convertir a la Energía Solar Fotovoltaica (EFV) en una fuente de acceso global resolviendo el financiamiento para las personas, empresas e instituciones, explica que “cuando el sol brilla y es de día, el hogar utiliza la energía que proviene del sistema, mientras que en la noche utiliza la energía de la red”.
Sobre este punto, el experto agrega que “gracias a la Ley de Netbilling o de ‘generación ciudadana’, las empresas distribuidoras están obligadas a pagar por el excedente de energía que se inyecte a la red en horarios de alta generación y bajo consumo. Así, el hogar que instale un sistema de paneles solares seguirá recibiendo su cuenta de luz mes a mes, pero ésta se verá disminuida gracias a la producción de energía sol”.
Con más de 300 proyectos para electrificación domiciliaria, Ciudad Luz ha creado distintos modelos que se adaptan a la medida de cada usuario, vivienda o industria, generando innovadores modelos de negocio y financiamiento para todo tipo de clientes. “Con esto las personas no sienten la diferencia entre estar conectado al sistema tradicional o a la fuente limpia e inagotable que les instalamos. De hecho, solo obtienen beneficios, siendo el más relevante la reducción de sus cuentas de luz, en torno al 35% menos de pago por electricidad para nuestro modelo Sin Inversión Inicial, e incluso pueden llegar a reducir el 100% de su consumo anual”, asegura Steinacker.
En términos simples, “por ejemplo, una casa que consume en promedio 300 kWh al mes paga unos $37.000 en su cuenta y, con un sistema de 8 paneles (3,28 kWp instalados), logrará un ahorro promedio al año de un 100% de su cuenta”, sintetiza Steinacker.
“Hoy disponemos de un modelo de financiamiento para proyectos solares en viviendas, mediante el cual una familia instala sus paneles solares sin costo de inversión inicial y paga una cuota que es menor al ahorro que se generará en su cuenta de la luz. En otras palabras, a un costo inicial cero, obtengo un ahorro en el costo de la electricidad y paneles solares que nos permiten ahorrarle al planeta las emisiones de CO2. Hoy no hay excusa para no instalar energía solar en tu techo”, resume el ejecutivo.
En este sentido, desde Ciudad Luz hacen hincapié en los desafíos del futuro gobierno para impulsar este tipo de iniciativas, pero advierte que “falta un pequeño empujón para que todos podamos ayudar a hacer extensibles estas soluciones. Recientemente, Chile fue reconocido por el reporte Climatescope 2021 de Bloomberg New Energy Finance como el mejor país para invertir en energías renovables en América, superando a Brasil, Canadá y Estados Unidos”.
Por ello, esta década se ha convertido en la que podría posicionar a Chile como país líder en energías limpias. “Con nuevas metas y con la participación tanto del Estado como de privados, estaremos limpiando nuestro país, ayudaremos a frenar el cambio climático y a mejorar la calidad de vida de todos los chilenos y chilenas”.