Henrich Neisskenwirth, Director ejecutivo de Ecocert Chile
El Día de la Educación Ambiental nos recuerda la importancia de generar cuestionamientos colectivos sobre un tema que requiere nuestra preocupación y atención: el medio ambiente. Los humanos formamos parte de todos los ecosistemas y hemos generado un impacto negativo en ellos.
Somos una gran población, y como especie dominante, estamos explorando y explotando todos los rincones. Por muchos años se realizó con un sólo propósito en mente y ese fue el económico. Hoy hablamos de sustentabilidad cuando tiene un impacto positivo en tres aspectos: la social, la economía y la ecología.
Si bien no hay que dejar de lado la importancia del éxito económico, debe compatibilizarse con el equilibrio entre el beneficio hacia la sociedad y el respeto y cuidado del medio ambiente y todos sus seres vivos. Tanto las empresas como los consumidores han priorizado este triple impacto y la preocupación por el medio ambiente alcanza todos los ámbitos.
La compra de los consumidores es su voz y voto. Es una forma de apoyar las prácticas detrás de una empresa. Por su lado, las compañías se asesoran y certifican sobre sus prácticas. Las certificaciones son voluntarias y se entregan en todo tipo de ámbitos: cosméticos, bosques, textiles, agricultura y todo producto que termine en las manos del consumidor.
Una de las primeras certificaciones en Chile fue la agricultura orgánica a finales de los 90. Desde entonces se han logrado certificar más de 1.000 operadores en el país. Esto ha significado un aumento de USD 100 millones a hoy más de USD 300 millones en los últimos 10 años, debido al incremento de la exportación de productos orgánicos chilenos. Por otro lado, en los años 80 se sumó la preocupación por el bosque. Chile tiene más de 17,9 millones de hectáreas de bosque, donde más de 14,6 millones es bosque nativo con el certificado FSC (Consejo de Administración Forestal).
En 2007 solamente 292 hectáreas estaban certificadas sustentablemente. En 2015 aumentó a más de 2 millones 200 de hectáreas. Eso significa que, en aproximadamente 15 años, un 75% de las plantaciones forestales de Chile fueron certificadas. En la última década se sumó la preocupación acuática y en menos de 10 años hay un 80% de la biomasa certificada.
Estos son impactos que demuestran que la preocupación llegó a las industrias, donde se busca regular a todos los sectores que tienen impacto en el medio ambiente. Esta búsqueda también se refleja al interior de las empresas, desde las certificaciones ecológicas a las sociales, como por ejemplo el Desafío 10X (iniciativa de la cual Ecocert también es parte), que busca que las empresas crezcan de la mano con sus colaboradores al suscribirse de manera voluntaria a pagar sueldos más equitativos.
