Samuel Ramírez, Gerente de Desarrollo de Negocios Hikvision Chile.
El concepto de ciudades inteligentes ha estado en el diccionario urbano durante un buen tiempo. Sin embargo, no fue hasta la pandemia que tomó un rol preponderante, sobre todo en su aplicación.
El encierro encendió las alarmas de la importancia que tiene la conectividad a internet de calidad y que la resiliencia que debe tener la urbe es fundamental ante casos imprevistos para seguir funcionando. Ejemplo de esto es que en marzo del 2021, 22,4% de las personas debieron realizar sus labores bajo la modalidad de teletrabajo desde sus casas.
Hoy día vemos que las comunicaciones han sido fundamentales, dado que la capacidad de transmitir o transportar información en diferentes industrias y sectores, es necesaria para poder hacer una integración respecto a las fases que vive una ciudad camino a ser una smart city.
La necesidad de implementar este nuevo paradigma nace principalmente por el crecimiento de las urbanizaciones. Esto se liga a la concepción de “ciudad de 15 minutos” acuñado por el especialista en ciudades inteligentes, Carlos Moreno. En este se habla sobre el ordenamiento urbano donde las personas pueden satisfacer necesidades como trabajo, estudio, salud, compras, entre otras, dentro de un perímetro que se puede recorrer a pie o en bicicleta. El crecimiento inorgánico, la saturación de las grandes urbes o la concentración de personas en algunos puntos de las capitales, han producido una saturación tanto en el tráfico vehicular, como también en el desplazamiento de las personas.
El impulso de crear en el mundo ciudades más inteligentes, se genera por el apuro de entregar mejores condiciones en la percepción del uso o la convivencia. De generar un concepto mucho más allá de la tecnología como tal, que esa modernidad sea palpable en las personas. Que el uso de la tecnología como servicio para el bienestar o la percepción de bienestar en las personas es lo que nos empuja a tener una planificación urbana.
Para comenzar este proceso de cambio hay que concretar tres etapas fundamentales: conectar (1), comprender cuales son las necesidades que tiene una ciudad, con proyección hacia el futuro. Luego obtener datos (2) relevantes de las industrias para comenzar a trabajar sobre el big data. A esto me refiero a la salud, transporte o minería, y así poder entender y reaccionar en tiempo real respecto a la recolección obtenida. Finalmente lo más relevante es su interpretación (3), ya que cuando logramos enlazar estas distintas fuentes de información, recopilar y comprender su aplicación en función al modelo, las ciudades podrían permitir la predicción de ciertos comportamientos o situaciones de riesgo que eviten impactar negativamente en la calidad de vida de las personas.