Alejandra Fuenzalida, directora ejecutiva de United Way Chile.
Previo a la semana de la discapacidad, que se conmemora en diciembre, recuerdo a uno de los grupos más marginados de la sociedad: los niños, niñas y adolescentes en esta situación.
Según el II Estudio Nacional de Discapacidad del año 2015, un 5,8% de los niños están en situación de discapacidad, esto corresponde a alrededor de 230.000 niños, de entre 2 y 7 años de edad. Que el último Estudio Nacional de Discapacidad se haya realizado en 2015 ya nos dice algo: no es un tema que sea prioridad para el Estado, por lo mismo, esperar que la inclusión sea importante para el ciudadano y ciudadana común y corriente, es aún más difícil.
Presentar una discapacidad en esta etapa de la vida significa menos posibilidades de lograr un desarrollo pleno y una satisfactoria inclusión social, es por ello, que en la primera infancia constituye un grupo de especial vulnerabilidad.
La Teletón ha hecho una gran labor en Chile y en todos los países donde está presente, promoviendo la visibilidad y el respeto de los derechos de las personas con discapacidad, especialmente a los niños, niñas y adolescentes, pero este esfuerzo no es suficiente para lograr una sociedad realmente inclusiva, se necesita un trabajo conjunto y con metas claras entre organismos públicos y particulares.
Por su parte, en el ámbito privado se percibe el interés por hacer un cambio de mentalidad sobre este tema. Actualmente, gran parte de las organizaciones tiene un área que se hace cargo de promover la equidad y la inclusión dentro de sus equipos, ya sea mediante charlas con expertos o programas de voluntariado corporativo, además de la cuota del 1% de la Ley de Inclusión laboral que algunas empresas superan por iniciativa propia.
¿Por qué es un tema que nos debería interesar a todos y todas?
Según cifras de UNICEF, 7 de cada 10 niños y niñas con discapacidad en América Latina, no asiste al colegio y, en comparación con sus pares, es menos probable que tengan una adecuada nutrición, acceso a servicios de salud, y sus necesidades sean tomadas en cuenta en la planificación en general. Es más, en muchos países la respuesta a la situación de niñas, niños y adolescentes con discapacidad se limita, principalmente, al abandono, la negligencia o a su reclusión en instituciones.
Esta exclusión conlleva a que estos niños, niñas y adolescentes en la adultez tengan menos probabilidades de trabajar, experimenten más problemas de salud y sean más dependientes de sus familias y de los servicios gubernamentales, suponiendo costos significativos para la sociedad en su conjunto.
Invertir adecuadamente en programas que acompañen y promuevan la inclusión de los miles de niños y niñas con discapacidad en etapas tempranas de su vida, los ayudará a transformarse en adultos independientes, más sanos y con suficientes oportunidades para participar en sociedad, como cualquier persona de nuestro país, un llamado al que todos y todas estamos invitados.