Diego Urrejola, director ejecutivo de Fundación Cosmos
No es de extrañar que bajo la coyuntura actual que vive Chile en materia social, política y económica, las conversaciones, acuerdos y anuncios que se están dando en la COP26 no sean temas de debate en nuestro país a nivel institucional, ni sirvan de catalizador para acelerar normativas tan relevantes como la Ley Marco de Cambio Climático (PLMCC).
Uno de los instrumentos de gestión del cambio climático que considera este proyecto es la Estrategia Climática de Largo Plazo que presentó el Ministerio de Medio Ambiente hace algunos días, donde se establecen grandes objetivos y metas sectoriales para alcanzar la carbono neutralidad en el año 2050. Sin embargo, esta hoja de ruta corre el riesgo de quedarse solo en buenas intenciones si no es aprobado el proyecto de Ley anteriormente mencionado.
Como administradores del Santuario Humedal Río Maipo, desde Fundación Cosmos valoramos los planes presentados en esta estrategia, principalmente los que tienen foco en la mitigación y adaptación al cambio climático, además de la acción regional y comunal, donde destacamos aquellas metas asociadas a la zona costera, biodiversidad, océano, recursos hídricos e infraestructura.
Para nosotros es de suma importancia que al 2050, se logre la meta de reconocer como humedales urbanos protegidos entre 75.000 y 100.000 hectáreas a lo largo del territorio nacional. Además, coincidimos en la necesidad de controlar amenazas como la extracción de áridos y la pérdida de biodiversidad que afecten los ecosistemas acuáticos. Asimismo, creemos que es de suma urgencia incentivar el uso de infraestructura ecológica urbana en las ciudades y promover la utilización de soluciones basadas en la naturaleza como los humedales.
En tal sentido, me permito rescatar una idea planteada por el biministro de Energía y Minera, Juan Carlos Jobet en la COP26. En la cita de Glasgow, explicó que el bajo precio del carbón en Chile ha sido en realidad “una gran mentira”, porque sólo pagamos una parte y dejamos que el costo ambiental y social ligado a sus emisiones contaminantes, se pague como una “bomba de tiempo para las futuras generaciones”.
Este planteamiento no solo es de toda lógica a nivel energético y ambiental, sino que también debiese serlo en relación con nuestra matriz productiva y en toda actividad humana que provoque un impacto en su entorno. Si queremos menos “bombas de tiempo”, partamos por no seguir activándolas y para ello es clave fortalecer la institucionalidad con el PLMCC para proteger la infraestructura verde que nos ayuda a mitigar los efectos del Cambio Climático. Este es un paso relevante para contribuir desde las políticas públicas a un cambio cultural para ampliar nuestra mirada e involucrar desde un inicio a actores públicos, privados, ONG y academia en la toma de decisiones con impacto socioambiental. Solo así sabremos el real costo que nuestras acciones tienen en el presente y cómo mitigamos eficientemente sus efectos a corto, mediano y largo plazo.
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